Afecta banco de niebla operaciones en AICM
CIUDAD DE MÉXICO, 16 de septiembre de 2016.- Civiles echaron mano de huacales, banquitos que ellos mismos llevaban o compraban por 70 pesos, o se subían a postes, con el objetivo de ver mejor el Desfile militar para celebrar 206 años del México independiente.
Pero no solo eran los huacales de a 20 pesos que estoicamente soportaban el peso de hombres y mujeres; también fue usada por los asistentes la estructura de EcoBici sobre Reforma, casi esquina con Juárez para ver pasar a soldados, a marinos, a cadetes y a elementos de la Gendarmería que con su sonido de banda de guerra, sus cantos marciales y sus uniformes causaban silbidos, saludos y aplausos.
Incluso el antimonumento a los 43 desaparecidos de Ayotzinapa fue usado para que un niño se sentara a ver pasar los contingentes militares.
El contingente personal de participación en los Juegos Olímpicos fue de los más aplaudidos, en contraste con el de Héroes interpretados, el cual causó poco asombro, pese a contar con Miguel Hidalgo entre su elenco.
La Armada de México con sus flamantes trajes de gala despertaron suspiros, y a los elementos camuflados les soltaron piropos y algunos saludaron, mientras que otros demasiados marciales cuyo gesto era inconmovible, parecían estatuas.
El paso del enorme vehículo blindado cimarrón causó sorpresa e impuso un silencio breve.
Un caso similar fue el de fabricación de cartucho libre, cuyas demostraciones generaban un estruendo tan poderoso que hacía sonar alarmas de autos a lo lejos e incluso no faltó quien se asustó.
Vendimia
Pese al calor de mediodía, los asistentes se mantuvieron sobre Reforma para apreciar los vehículos blindados, las lanchas de rescate, los tráileres del Plan DNIII, los drones y los helicópteros, tanto los que sobrevolaban, imponentes, el cielo capitalino, como los que iban, pasivos, en camiones militares.
Pasmados, disfrutaron efímeramente el paso de los aviones que dejaron una estela tricolor, que pronto se esfumó.
Para no desvanecerse ante el sol o el hambre los capitalinos y los visitantes de otros estados que acudieron al desfile podían comprarse su sombrilla de cartón y resguardarse de los temibles rayos ultravioleta.
Para enfrentar la sed había sangrías, tunas, aguas y refrescos, y para acompañar y tener a la barriga contenta tacos de canasta, 7 por 10 pesos, ceviche a 25 y tostadas verdes embarradas de frijoles y su salsa verde.
Alrededor de las 13:30 horas los contingentes militares dejaron de pasar y los asistentes comenzaron a romper filas sin que nadie se los ordenara.
Mudos, quedaron los huacales, y los mismos que los vendieron los recogieron para reusarlos.
Por su parte una cuadrilla de trabajadores de limpieza comenzó su labor, con sus botes, sus escobas y 9 camiones para recoger la basura: bolsas, platos, vasos, servilletas, restos de comida y lo que fuera.
De acuerdo con un empleado de limpieza, la labor de llevaría 8 horas, ya que llegarían hasta Auditorio y de ahí de regreso para limpiar las orillas.
Para ellos apenas iniciaba la labor y para los de servicios médicos acababan. El saldo fue de 20 insolados en esa zona.
A las 14 horas el tráfico se normalizó.