Teléfono rojo/José Ureña
Cienfuegos quema
De manera sorpresiva y misteriosa, el proceso del general Salvador Cienfuegos en la Corte Federal de Brooklyn dio un giro de 180 grados.
Pesó más dignificar la relación de cooperación entre Estados Unidos y México que el caso de presuntos delitos de narcotráfico contra el exsecretario de la Defensa Nacional. La advertencia mexicana fue clara: sin confianza entre instituciones no podrá haber entendimiento. Dicho de manera simple: o me lo regresas o me enojo.
Con esa consideración, la jueza Carol Bagley Amon, de manera inusual, aceptó la solicitud del fiscal del Distrito Este de la Corte Federal de Nueva York para que la justicia estadounidense desistiera de las acusaciones contra el general mexicano de manera que la Fiscalía General de la República indague y en su caso, lo procese. Es altamente improbable que esto vaya a ocurrir.
Salvador Cienfuegos regresará de inmediato a la libertad, en calidad de ciudadano repatriado, no de militar.
Allegados al exsecretario de la Defensa Nacional afirman que Cienfuegos será el primer interesado en despejar dudas de su honorabilidad para limpiar su nombre. Ya veremos cómo.
Mientras, Cienfuegos quema. La DEA lo capturó con base en delaciones de testigos protegidos; declarantes de alquiler. Cienfuegos quema a la justicia estadounidense porque de la desconfianza que la llevó a no avisar tan relevante captura pasó a una súbita fe en que en México sabrá que hacer.
Cienfuegos quema porque el gobierno de la 4T estigmatizó a las Fuerzas Armadas y equiparó el caso del general con el del siniestro Genaro García Luna. Los militares estaban furiosos y eso a López Obrador no le conviene cuando depende de las Fuerzas Armadas para casi todo. Ahora el presidente saca el pañuelo de la reconciliación para no manchar más al Ejército. Niega presiones de la élite militar. Negociaciones ocultas con Estados Unidos. Favores de Trump como regalito de despedida. Niega todo.
Sin embargo, las sospechas vuelan y el General también.