Visión financiera/Georgina Howard
Rifa de risa
La cuarta transformación nos ‘pichó’ dos bolas de humo patrio; la rifa del avión y el juicio a cinco expresidentes. La primera ya pasó y pasó mal. La segunda viene como ‘curva ensalivada’ y de la cual seguiremos hablando un rato.
Hoy me voy a ocupar de la rifa de risa.
Cuando López Obrador reconoció que la ex aeronave presidencial nomás no se vendía, decidió rifarla en magno sorteo especial. Pintó números gordos; seis millones de cachitos, de a 500 pesos cada uno, darían tres mil millones de pesos. Dijo que el aparato cuesta dos mil por tanto sobrarían mil para ‘enchular’ el sistema de salud; que la bolsa para pagar los premios estaba garantizada.
En aquella cena de los tamalitos de ‘chipilín’, con los ricos más ‘machuchones’ de México, el presidente dijo que de los seis millones de ‘cachitos’ había ‘amarrado’ venderle la mitad al empresariado, pero la pandemia llegó y la promesa se cebó. Entonces el gobierno tuvo que comprar de su bolsa un millón de boletos; gastó 500 millones de pesos. Casi dos millones de ‘huerfanitos’ simplemente quedaron huerfanitos. No se vendieron.
Entonces de los tres mil millones de pesos prometidos, en realidad se vendieron cuatro millones 200 mil de boletos, lo que dio un ingreso de dos mil 100 millones, menos los dos mil millones del premio, el saldo es 100 millones, menos comisiones a billeteros por 168 millones, en realidad hubo una pérdida de 68 millones, lo cual da como resultado un pésimo negocio.
Todo esto sin contar que México resta por pagar tres mil 800 millones por concepto de arrendamiento de la aeronave, pero ese es otra cuenta y otro cuento.
Total, la rifa del avión que no sale ni en rifa es el surrealismo total.