Libros de ayer y hoy/Teresa Gil
Los miserables
Solo a punta de votos en contra, provocados por negligentes caciques provincianos, mentiras y denuestos mafiosos, el partido en el poder entendió que no entendió.
Golpe seco, sacudida, derrota y paliza parecen haber fracturado la burbuja de soberbia que mantenía aislada de las demandas ciudadanas a la casta divina del poder priista, empeñada en espejismos.
La corrupción hizo perder al tricolor el control de más de medio país; Beltrones, ni los tricolores sumisos, deben mostrarse sorprendidos de lo mismo que provocaron.
Javier Duarte y su desastre en Veracruz era un pasivo lesivo; corrupción, violencia e impunidad, lo mostraban como el mejor enemigo de su partido; comentócratas, finalmente ignorados, vislumbraron la debacle.
Otro Duarte, César, “el banquero ganadero”, ahora es “perdedero”; los chihuahuenses le pasaron factura por haber manipulado impuestos a placer y beneficio devenido en perjuicio.
Egidio Torre Cantú incapaz de frenar al crimen organizado en Tamaulipas deslindó la responsabilidad de gobernar y entregó la seguridad del estado a la federación; un títere sin cabeza.
Quintana Roo, marcado por excesos autoritarios de Roberto Borge, endeudador profesional como pocos, terminó por castigar a un gobernador sin oficio. Acostumbrado a depreciar adversarios y gobernados, y someter a los medios de comunicación, se creyó monarca por voluntad divina.
Esos cuatro caciques miserables sudan frío; ¿podrían acabar en el “bote”?
Tampoco duermen aquellos funcionarios federales que metieron mano “peluda” de manera descarada en el “proceso”.
El gobierno federal contribuyó a la debacle con varilla y concreto; la desaparición de los 43, los escándalos inmobiliarios, y los conflictos de interés colmaron la paciencia de electores cansados de tan procaz impunidad. El gancho de derecha panista también pega a la mandíbula del Presidente de la República.
La lección de la elección es que el PRI lleva rato de no ser un monolito invulnerable.
Los optimistas dicen que de aquí al 2018 hay tiempo de cambiar. Los pesimistas mejor afilan cuchillos para cobrar venganza… y cortar cabezas.
EL MONJE ILUSO: Cesar Augusto Santiago, polvo de aquellos lodos alquimistas electorales, denuncia a las cúpulas y dinastías apoderadas del ex partido aplanadora. Dice que el hartazgo de los electores no es contra el PRI sino contra los gobernadores corruptos. ¿Acaso a los priistas no obliga venderse como uno mismo en el triunfo y la derrota?; ¿serán capaces de superar polarización y encono?
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