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CIUDAD DE MÉXICO, 9 de enero de 2024. Habitantes de Tabasco viven sobre cementerios de residuos de hidrocarburos que fueron desechados por Pemex.
Los lodos contaminados los han enfermado y en tiempos de lluvia han inundado sus viviendas. A pesar de que hay un programa para sanear los daños ocasionados por la actividad petrolera, los fondos han sido desviados a proyectos emblema del gobierno federal, como el Tren Maya, o bien para actividades que en nada contribuyen al mejoramiento ambiental, como la instalación de salas de cine o la compra de lencería.
Si usted escarba entre la tierra, el olor a petróleo penetra en su nariz de manera persistente, pero si decide avanzar, entonces sentirá que sus zapatos se hunden entre un suelo arenoso mezclado con residuos de hidrocarburo y aceite. Así es caminar sobre un cementerio de lodos contaminados extraídos de las actividades petroleras de Petróleos Mexicanos (Pemex).
Este lugar, ubicado en la Ranchería Anacleto Canabal Primera Sección, entrada a La Rampa, es uno de los siete cementerios tóxicos que se localizan en esa región dominada por una fuerte actividad petrolera. Cuando se realizó el recorrido por el lugar, el termómetro marcaba 37 grados, ocasionando que los rayos del sol agudizaran ese olor penetrante que cala en la nariz y que, de no estar acostumbrado, puede ocasionarle un dolor de cabeza.
“Es un olor muy fuerte, es un olor fétido, un olor como a fierro. Ahora sí que uno come con ese olor. Ya la garganta nos duele demasiado, no le sentimos ni sabor a la comida”, reprocha Lorenza Castro Castro, de 60 años.
Lorenza vive enfrente de este cementerio de lodos tóxicos que ella recuerda que alguna vez fue un lugar arbolado y con presencia de fauna. En 2019 ese paisaje cambió. El predio fue deforestado y acusa que empresas subsidiarias de Pemex lo utilizaron para descargar lodos contaminados que luego fueron enterrados con maquinaria pesada. Cuando la temporada de lluvias llegó ese año, el sitio se inundó y arrastró el suelo contaminado hasta su casa y las de sus vecinos.
“Vienen las inundaciones en el 2019 y ahora sí que nos fuimos al agua. Primero los vecinos que rayan con ese relleno tóxico se fueron al agua, de allí nos fuimos nosotros y toda la parte de atrás que está abajo. Todas las familias se fueron al agua el 28 de octubre y el 29; todo ese relleno que hicieron se llenó de agua y esa agua corría, fue lo que nos inundó a toda esta zona de aquí de la entrada de La Rampa”, recuerda.
El desbordamiento de los lodos contaminados y las inundaciones que los dispersaron, movilizó a los vecinos de esta Ranchería quienes se organizaron para colocar costales de arena como barda de protección.
Lorenza dice que ella y sus vecinos no quieren que este cementerio tóxico sea bardeado; lo que quieren es que desentierren los lodos contaminados y se los lleven de su comunidad.
Pemex cuenta con un programa para sanear comunidades afectadas por la contaminación petrolera, como es el caso de la ranchería donde reside Lorenza. Pero el dinero de ese programa ha sido desviado en el actual gobierno federal para fines distintos al mejoramiento ambiental.
Por ejemplo, con el dinero que debió servir para saneamiento del medio ambiente, se adquirió lencería, se instalaron cines comunitarios, se construyeron centros de registro para beneficiarios de programas sociales y se compraron fertilizantes que fueron repartidos entre habitantes afectados por el paso del Tren Maya.
En contraste, los habitantes de comunidades afectadas por la contaminación siguen en espera de recibir fondos del llamado Programa de Apoyo a la Comunidad y Medio Ambiente (PACMA). Es el caso de los residentes en la Ranchería Anacleto Canabal, quienes han enfermado con los residuos contaminados que fueron sepultados a un costado de sus casas.
“Tengo a mis nietos que tienen alergias, uno de 18 años y otra de 13 años. Esa alergia fue diagnosticada por el médico por algo tóxico que había en nuestra comunidad y les comentamos esto que había y el doctor dijo que de allí les venía esta alergia a mis nietos. La verdad, a veces hay para el medicamento y a veces no hay, pero los que nos vinieron a hacer el daño no se dan cuenta del daño que les hacen a los humildes; por ser humildes hacen lo que ellos quieren aquí en nuestra comunidad”, agrega María.
Al reclamo de estas mujeres se suman otras vecinas que han salido de sus casas para contar su propia experiencia sobre el cementerio tóxico. Una a una, van llegando a la casa de doña Lorenza Castro para reclamar su derecho a ser escuchadas; cada una tiene algo que contar.
Kenia Estefanía Méndez Salvador tiene dos hijos. Su hija se llama Ivón Kenay y su hijo Lucas Iván. Ambos fueron diagnosticados con problemas de salud a consecuencia del cementerio tóxico que colinda con su vivienda. Su hija está diagnosticada con rinitis alérgica y a su hijo le diagnosticaron asma.
“Vivo enfrente del terreno contaminado y a mis hijos les llega toda esa tierra contaminada que se vuela que, con el aire, nosotros gastamos unos tres mil pesos cada mes en inhaladores y nebulizadores”.
Esta información fue publicada por Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad