El poder del nombre
La verdad es que la carestía avanza y con ello el proceso inflacionario y mientras eso suceda, no habrá posibilidad de dinamizar la economía interna. Para colmo, las reservas internacionales volvieron a caer, esta vez 582 millones de dólares, el mercado de valores retrocedió y el poder adquisitivo sigue en picada.
Esto no implica, junto con la lentitud económica reportada al primer trimestre, que estemos en crisis; pero sí que deben apresurarse medidas para fortalecer el mercado interno y éste no se debilite.
El problema es que no se ven esas medidas, por el contrario pareciera que se está haciendo lo necesario para quitarle fortaleza y estabilidad. Van seis meses de esta administración y no se ven los cambios y ajustes, claro, desde la óptica del mexicano común, ya que en el análisis serio sí los hay sobre todo a partir del acuerdo político.
Pero el tema es que no se robustece el poder de compra de la mayoría de los mexicanos, lo cual necesariamente se refleja en debilidad de las empresas y lo peor, con el anuncio del secretario de Relaciones Exteriores, José Antonio Meade Kuribreña en el sentido de que se va a fortalecer el ¿intercambio? comercial con China, la cosa se va a poner color de hormiga. Eso implica que la invasión asiática será mayor (si eso fuera posible).
Y ése es el punto que preocupa; por un lado se realizan reformas para fiscalizar a los de siempre; se castiga el ahorro, se debilita el poder de compra mediante impuestos e inflación y se vislumbra una mayor apertura comercial, aunque se sabe que los asiáticos ocuparán nichos que en el mercado interno cubren las Mipymes.
Porque además de las agujetas, zapatos, artesanías “mexicanas” y textiles, los chinos nos mandan hasta las imágenes de la Virgen de Guadalupe, la Bandera nacional, peines, lentes, artículos eléctricos y electrónicos, de belleza y todo lo imaginable.
Ahora se entiende por qué está abierta la ventanota de Dragon Mart en Quintana Roo. Es la entrada a toda la invasión “oficial” asiática, porque la extraoficial está desde hace mucho, representada por “pirateo” y contrabando, se nota en el mercado donde ya le pegaron a industrias mexicanas como la eléctrica, acerera, mueblera, textilera, metalmecánica, zapatera, construcción y con ello, a millares de empleos.
Junto con esa invasión y pérdida de empleos va aparejado el castigo a los salarios, pues ahora nos salen con que para ser “competitivos” hay que contener los sueldos, pagar miserias a los trabajadores mexicanos para atraer a las maquiladoras trasnacionales.
Pero a esos mismos trabajadores se les cargan impuestos, donde además del ISR y el IVA, se les obliga a pagar más por gas, gasolinas, luz, teléfonos, licencias y todo, con lo cual, el poder adquisitivo baja, castigan su consumo y con ello, la posibilidad de adquirir ya no productos mexicanos, sino importados que ahora resulta, salen más baratos.
Es decir, la apertura también tiene el efecto de pegarle a la industria nacional, o qué ¿las Mipymes podrán defenderse de los chinos? La verdad, lo dudamos; una invasión masiva “legal los va a aplastar; las cadenas productivas se van a romper, así como ocurrió con los productos derivados del campo de los cuales importamos el 40 por ciento para cubrir nuestra dieta.
Somos dependientes de las empresas extranjeras y lo mismo será de los productos chinos, en tanto que las empresas nacionales desaparecerán o se convierten en agentes importadores o maquiladores. Así pasó ya con la mexicanísima mezclilla y la manta, así como la confección en general.
¿A qué le tiramos? Así como van las cosas, a ser dependientes, a ser importadores natas como en la leche que hasta la andamos peleando con otros países improductivos, pero sobre todo, a carecer de una industria fuerte, propia, alimentadora de la economía nacional y si eso pasa, adiós sueños de potencia emergente. Otra vez nos quedaremos con el sueño de salir del tercer mundo como se pensó desde Luis Echeverría.
QMX/mar