El INE y la complicidad
Marcelo Ebrard calculó mal sus fuerzas. Es más, las calculó demasiado mal. Y ahora simplemente paga las consecuencias.
El ex jefe del gobierno en el Distrito Federal tuvo su gran oportunidad en el momento en que las izquierdas alcanzaron el momento de encontrar candidato a la presidencia de la República. Andrés Manuel López Obrador marcó sus cartas y anunció que no se retiraría de la contienda. Y Ebrard, lleno de ingenuidad y bajo un evidente temor político, aceptó aquello de las encuestas y su resultado en contra.
A partir de ese momento, Ebrard ha venido cuesta abajo. El cargo de corte internacional que tanto presume, no le alcanza para nada. Su deseo de recuperar la “fuerza” que tenía hace un par de años, no pasa de ser un mal chiste. Ebrard paga ahora las consecuencias de sus torpezas políticas, de su enorme soberbia y de su incuestionable falta de valor político para luchar por las posiciones que tanto anhela.
Ahora, ha tratado de presionar al PRD con la idea de que debe encontrarse una dirigencia fuerte. Esto obviamente, quedaría resuelto si el control del partido le fuera entregado a él. Pero las respuestas han sido fuertes y claras. No hay oportunidad.
Del mismo modo, quiso presionar a Miguel mancera, a quien llegó a considerar como un empleado suyo y a quien intentó arrinconar con señalamiento en torno a la cercanía política del gobierno capitalino con el gobierno federal.
Y apareció aquello de que la izquierda no tiene dueño, en un mal discurso de Mancera en el que el jefe del gobierno capitalino olvidó como está sujeto a presiones de los grupos dentro del PRD y como es poco lo que ha hecho para remediar el problema de la corrupción que, claro está, es parte de las acciones de las muchas tribus perredistas, pero lo suficientemente claro para que Ebrard entendiera que no habría cesión del poder.
Pero como Marcelo Ebrard no pierde la esperanza de recuperar lo que considera le pertenece, mantuvo el ejercicio de presión. Y las respuestas han sido contundentes.
El gobierno capitalino anterior presumió como pocas obras, la puesta en marcha de la Línea 12 del Metro. Y vendió su imagen como si se hubiera alcanzado una victoria realmente importante en la vida del Distrito Federal. La obra fue comparada con muchas otras en el mundo y se habló de que había sido la iniciativa más importante en el DF en los últimos 30 años.
Ahora, para que Ebrard entienda las cosas, desde diferentes trincheras aparecen señalamientos en torno a esa obra. Y ninguno de ellos tiene que ver con importancia, avances, logros o éxitos. Por el contrario, se ha puesto especial énfasis en hacer notar el sobre precio en la construcción, la poca transparencia en todo lo que es el papeleo en este tipo de trabajos y como puede suponerse, se deja abierta la puerta a la especulación y con ello, a las sospechas de corrupción.
Marcelo Ebrard perdió la oportunidad para construir realmente una plataforma política. Hoy tiene claro que en su desempeñó en el Distrito Federal lo que hizo fue a lo mucho, complicidades que se terminaron justo cuando acabó el poder.
No representa gran cosa en la ciudad y en el PRD todo tienen claro que la apuesta, buena o mala, pero obvia, tiene que ser sobre Miguel Mancera para hacer frente a López Obrador en su momento.
Ebrard cosecha lo que sembró la nada
Por vacaciones del autor, PERSPECTIVAS dejará de publicarse la próxima semana, para reaparecer el lunes 1o de abril.
QMX/nda