
Historias Surrealistas
Si este gobierno desea incrementar el PIB, necesita despetrolizar la economía, evitar que el petróleo sea la principal fuente de recursos fiscales.
¿Es oportuno y prudente permitir la inversión privada en Pemex? ¿Cuánto le ha costado a la nación mantener histórica y políticamente vivo el tabú? La petrolización de la economía y la exportación de dinero a cambio de gasolinas y otros productos derivados del petróleo, ¿son costos suficientes para que los mexicanos reconsideren la necesidad de la reforma energética?
La lógica y el sentido de ordenar prioridades en las reformas estructurales, debiera alertar sobre la urgencia de despetrolizar la economía, la política fiscal y los ingresos por exportaciones, porque de otra manera carecerán de funcionalidad y coherencia las reformas fiscal y en telecomunicaciones.
Refundar Petróleos Mexicanos y conceptuarlo como una palanca para el desarrollo sostenible, sustentable y prolongado de la economía nacional, liberarla de su papel de generador de recursos fiscales, favorecerá el desarrollo de México y facilitará que el proyecto de Enrique Peña Nieto obtenga andamiajes sociales que lo sustenten, pues de otra manera carecerá de recursos financieros capaces de contener la violencia, y reaparecerá la necesidad de una reforma política total.
Claro que llevar la propuesta de reforma energética al Congreso dista mucho de convertirse en un paseo dominical. Primero, porque dudo que ninguno de los diversos líderes parlamentarios de las bancadas esté consciente del llamado histórico, y porque uno de ellos, Emilio Gamboa Patrón, puede trastabillar al momento de las negociaciones, que por fuerza van más allá del Pacto.
Mi escepticismo sobre la funcionalidad del Congreso para sacar adelante la reforma, se desprende de la lectura de Algo va mal, donde Tony Judt anota: “La familiaridad reduce la inseguridad, por eso nos sentimos más cómodos describiendo y combatiendo riesgos que pensamos que comprendemos: los terroristas, los inmigrantes, el desempleo o la delincuencia. Pero las verdaderas fuentes de inseguridad durante las décadas venideras serán las que la mayoría de nosotros no podemos definir: el cambio climático y sus efectos sociales y medioambientales, la decadencia imperial y <<sus pequeñas guerras>> concomitantes; la impotencia política colectiva ante convulsiones distantes, pero con un impacto destructivo local. Éstas son amenazas que los políticos chovinistas estarán en mejores condiciones de explotar, precisamente porque conducen muy fácilmente a la ira y la humillación”.
A partir del Internet como instrumento cotidiano de vida, el mundo experimenta un cambio tan profundo como el del Renacimiento o el de la Revolución Industrial. Sustraer a México equivaldrá a desviarlo del futuro, guste o no ese panorama incierto.
Lo primero que debe revisarse en la propuesta de reforma energética, es el acuerdo -firmado entre EEUU y México- para explotar conjuntamente el petróleo y el gas en la zona fronteriza del Golfo de México.
“Con esto se termina el viejo temor que existía entre muchos mexicanos, de que el petróleo de México fuera extraído unilateralmente desde el otro lado de la frontera, el llamado efecto popote”, dijo en su momento Calderón, y añadió que espera que este acuerdo estimule la inversión, porque ésta aporta un marco legal en un área donde no había normas legales y donde ahora habrá incentivos claros para la inversión.
Hillary Clinton externó en ese momento su preocupación por lo que considera la ventaja de que gozan las empresas respaldadas por el Estado. “La estatal Petróleos Mexicanos (Pemex) -sostuvo- disfruta de un monopolio virtual de la industria energética del país, y ha mostrado siempre reticencia a realizar negocios con los gigantes petroleros estadounidenses”.
Lo cierto es que parte del compromiso mexicano consiste en que el petróleo extraído y que corresponda a la nación, deberá ser refinado y convertido en gasolinas y otros productos derivados en las refinerías estadounidenses, obviamente porque durante los 12 años de panismo se empeñaron en reducir la capacidad de Pemex para hacerlo.
En ese aspecto, al menos, Pemex comprará caro lo que a México debió resultarle barato.
Ya determinarán los próceres del Congreso.
QMX/gom