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MÉXICO, DF., 16 de julio de 2014.- La Secretaría de Salud del Distrito Federal y la empresa farmacéutica Novartis de México han renovado el convenio que firmaron en mayo del 2013, para realizar a través de acciones, la detección, diagnóstico oportuno y difusión de información sobre la prevención y tratamiento de enfermedades tales como la diabetes.
En un comunicado, la Secretaría especificó que Novartis ofrecerá “asesoría y colaboración en materia técnica para el desarrollo de acciones, mecanismos, programas y campañas, sustentadas en mejores prácticas y de innovación, a favor de la promoción de la salud y la prevención de enfermedades entre los habitantes del Distrito Federal.”
Novartis es una importante empresa suiza que factura cerca de 57 mil millones de dólares anuales en venta de medicamentos, entre otras actividades de investigación. Pero internacionalmente está denunciada por colaborar estrechamente con Huntingdon Life Sciences (HLS), el laboratorio de experimentación animal más grande del mundo.
Desde los años 50, HLS ha testado sobre millones de animales productos de todo tipo: cosméticos, medicamentos, productos de limpieza, tabaco. Según el colectivo SHAC (Stop Huntigdon Animal Cruelty), Novartis es de los clientes principales de HLS, y pese a que otras multinacionales han cortado lazos debido a la campaña de presión de los activistas del SHAC o porque no querían estar relacionados con este tipo de empresas, HLS sigue sacrificando 500 animales al día, entre ellos, primates, gatos, conejos y perros de la raza Beagle, famosos por su carácter manso.
Organizaciones ambientalistas como PETA han denunciado en videos grabados por trabajadores de HLS o por activistas infiltrados, el abuso y maltrato de animales, ya que en muchos casos, sus muertes son agonizantes y dolorosas. Según el SHAC, más de 600 veces HLS ha violado las buenas prácticas en laboratorios y también han sido expuestos públicamente por practicar la vivisección sobre primates.
SHAC tiene la guerra declarada a Novartis desde hace años con manifestaciones, llamadas de boicot a sus productos y acoso a sus directivos y trabajadores, en sus domicilios y puestos de trabajo. De hecho, el SHAC tiene a varios de sus militantes encarcelados en el Reino Unido y Estados Unidos.