Libros de ayer y hoy/Teresa Gil
De la simulación a la intolerancia
Mi maestro y amigo Clemente Valdés Sánchez tiene respuestas para las interrogantes que les saltan a muchos en estos momentos de la vida del sector de mexicanos conscientes.
Tales respuestas pueden resumirse en una sola palabra: simulación.
En México, todo se simula: la honestidad, la honradez, todas las virtudes cardinales y teologales de la moral cívica.
Se simulan asimismo asuntos como la democracia.
Como que hay elecciones y el voto es libre y secreto; como que hay partidos políticos auténticamente representativos y no sólo membretes para mantener y enriquecer a sus líderes; como que se respetan los derechos humanos; como que se respeta la libertad de expresión y de prensa; como que…
Todo se simula.
Se emplean palabras fantasiosas, fantásticas, inexistentes, falsarias, como Soberanía, Nación, Representación Nacional, Justicia, Legalidad, Autoridad, Estado, Gobierno y muchísimas más sólo para controlar a la población. Palabras simuladas.
En este contexto, la libertad, la libertad de empresa y la libertad de prensa, también son producto de la simulación. O como dice mi pulmonólogo (neumólogo), producto de toda la fauna que se refugia en los mocos (Un tema para tratar en otra ocasión, el de los mocos).
Se simula el despido de una periodista incómoda y se le hace pasar como un conflicto empresarial. Y es obvio que la periodista es absolutamente incómoda para los miembros de la alta clase gobernante.
La echada a la calle de la comentarista de radio MVS, la señora Carmen Aristegui, es sospechoso. Se siente como represalia, ordenada desde lo más alto de la estructura gubernamental. La conductora pego duro al corazón del poder político. Se fue hasta la cocina, primero preguntando si Felipillo era alcohólico realmente. O no. Y luego, denunciando la casa blanca, de lo cual todo el mundo ya sabe la historia.
El hecho hace sospechar también que los dueños de MVS fueron fuertemente presionados para mandar al carajo a la incómoda Carmen.
Es sospechoso que, una vez enviado el amigo David López Gutiérrez como candidato a diputado por mayoría proporcional, y nombrado al amigo Eduardo Sánchez, otrora abogado de los señores Vargas, se hiciera público el conflicto. Y sin miramientos, los Vargas anunciaran la cancelación del contrato laboral de la señora Aristegui.
Sea lo que fuere, en este país nunca se dejará de simular nada. Y ahora se simula un ataque a la libertad de expresión y de prensa como un conflicto empresarial-laboral. La neta es que, a pesar de las reformas estructurales, seguimos simulando. Y la libertad de prensa sigue siendo un derecho humano acotado por los meros intereses de grupo y personales de las clases dominantes. Y sólo cuando hay momentos que duelen mucho al poderoso, es cuando se deja de simular, por momentos. Como cuando el avestruz entra en miedo y entierra la cabeza en la arena.
Mientras no hay conflicto, simulamos la democracia, que en verdad sólo se constriñe a las elecciones de miembros del gobierno. No llega más allá. A otros asuntos de la vida de los ciudadanos. Si la democracia electoral sigue siendo simulada, cuantimás temas peligrosos como la libertad de expresión y de prensa, que presuntamente están consagrados en la Constitución de la república.
No interesa si la periodista mezcla su trabajo profesional de investigadora con su condición de activista. Lo importante es puntualizar el hecho de que los hombres del poder político y económico no soportan la verdad no simulada; ni siquiera disimulada.
Y esta política le hace mucho daño a la imagen del presidente en turno, que a los ojos de millones de personas pasa como un intolerante autoritario y represor.
Los asesores tendrían que estudiar, tomar un curso rápido de Maquiavelismo, o de Macluhanismo, para aprender a usar los medios de información y relacionarse con los periodistas críticos. Siempre he pensado, y lo creo firmemente, que un crítico le hace un mejor favor al gobernante que un periodista a modo, chayoteado, que solamente le dedica elogios o calla.
Lo mismo para un empresario de los medios, de la prensa escrita o de la radio. Un periodista crítico le atrae una mayor audiencia y por tanto más posibilidades de optimizar la comercialización de sus tiempos. De la televisión no digo nada porque es un medio friolento creado específicamente para distorsionar la realidad, y pintarla de rosa taxi.
Pero a la simulación hay que añadir su hermana siamesa, la intolerancia.
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