Descomplicado
Mancera y Mead: comunidad de confianza
Un primer vistazo a las encuestas sobre simpatía o preferencia electoral, indicaría que, por el momento, dos personajes como aquel detentador de la segunda posición más relevante en el Poder Ejecutivo, el jefe de Gobierno Miguel Ángel Mancera, así como el titular de la SHCP, José Antonio Meade, tienen en común básicamente su lejanía respecto de los tres primeros lugares en el ajetreado camino que se avecina hacia el 2018.
Tienen, además, la insistencia en presentarse ante la opinión pública como personas con capacidades técnicas y trayectorias académicas que los avalan per se.
Adicionalmente, y este el punto más importante para mí, tienen coincidencias en la probabilidad de construir confianza y empatía en torno de ellos, lo cual adquirirá relevancia en los próximos meses a partir de su inexistente, todavía, militancia partidista.
Ambos puntualizan que no pertenecen ni al PRD ni al PRI, ambos serán presentados como creadores de puntos de coordinación y coincidencia y, frente a otros candidatos dentro y fuera de los partidos que los promovieron, esperan escapar a la estigmatización que, también las encuestas lo indican, respecto del comportamiento y tácticas de los partidos, mantienen a los organismos políticos distanciados de la simpatía social.
La estrategia de distanciarse respecto de los “negativos” asociables a la pertenencia a cualquiera de los dos partidos mencionados, y a los partidos en general, está en el centro de su autodefinición dentro del sistema de relaciones entre los actores políticos. Lo estuvo en las últimas cinco elecciones incluida la de Carlos Salinas de Gortari, en diferentes medidas.
En contrapartida al distanciamiento retórico, Mancera y Meade se benefician de las capacidades de operación de equipos de trabajo que son asociadas a posiciones de tal influencia social y política y del respaldo partidario que recibieron en varios momentos.
La Ciudad de México y la hacienda pública están en manos de dos personas cuyas habilidades en el gobierno “hacia adentro”, en la operación y promoción de decisiones y nombramientos, aparece más exitosa de lo que pudiera pensarse: Mancera logró desplazar a la corriente más relevante dentro del PRD para nombrar a la nueva responsable formal del perredismo y Meade reocupa la titularidad de una de las tres secretarías de Estado más relevantes del país.
En cuanto regresó a la Secretaría de Hacienda, José Antonio Meade se arremangó nuevamente la camisa para ponerse a trabajar, tal cual intenta comunicarnos muy gráficamente en la entrevista de Excélsior.
Mancera y Meade están llamados a representar una creciente posición de equilibrios. Si el clima político es el apropiado para que la opinión pública, especialmente después del cambio de poder en Estados Unidos, requiera puntos de coincidencia antes que polarización, tendrán mejor oportunidad que la registrada por las encuestas por el momento.
Cuestión de transformar la confianza inicial en una confianza más duradera.
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