Jubileo 2025: Llevar esperanza a donde se ha perdido
Guerra por Edomex
En la noche de la elección presidencial de 1988 Carlos Salinas de Gortari salía a defender la caída del partido hegemónico con la afirmación de que se iniciaba una época de verdadera competencia entre partidos.
En el Estado de México, eso no importó en la disputa por la gubernatura. Es hasta casi 30 años después de lo afirmado por Salinas respecto del país que hasta ahora se vive en el Estado de México una verdadera contienda, entre la aspirante de Morena, Delfina Gómez y el candidato del PRI, Alfredo del Mazo Maza.
Por primera vez la familia Del Mazo, los herederos familiares o políticos de los Hank, así como el puñado de familias beneficiarias del poder durante 87 años, tienen una contrincante con atractivo para los electores.
Estos están claramente distanciados de los modos del PRI de omitir el reconocimiento a sus militancias de base, aturdidos por la caída de la credibilidad presidencial, desconcertados por la personalidad del candidato en términos de su apariencia, de su trato con la prensa y con sus subalternos y de la caída de la panista Josefina Vázquez Mota así como por la renuncia de Juan Zepeda a comprender que, como casi siempre, son dos y solamente dos quienes disputan una elección, en este caso, a la gubernatura mexiquense.
La elección en el Estado de México ha acelerado otras salidas a destiempo e insustanciales que no necesariamente beneficiarán al PRI como habría sido deseable por esa fuerza.
La intentona de Alejandra Barrales y de Ricardo Anaya, dirigentes nacionales del PRD y del PAN, de comenzar pública y claramente la construcción de un frente que pueda enfrentar a AMLO, aun cuando el argumento es enfrentar al PRI, ni cayó bien dentro de sus respectivas bases ni parece ser eficaz a juzgar por las contradicciones irresueltas en el planteamiento y que podrían proyectarse hacia el 2018 con su cauda de tropiezos.
La base de ese acuerdo ahora sujeto a la golpiza crítica e interna de las corrientes y tribus de los dos partidos es la idea de simular quién es el enemigo a vencer: ¿es el PRI o es Morena?
Si es el primero ¿por qué no aseguraron la alianza PAN-PRD cuando pudo ser significativa en el Estado de México? ¿Si es el segundo cuál es la razón en detalle del distanciamiento con AMLO más allá del discurso del unipersonalismo autoritario atribuido al tabasqueño?
Dice Barrales que el “frente” no tiene destinatario. Sencilla ambigüedad que omite la comprensión de lo real ¿entonces para qué un frente?
A nivel nacional PAN y PRD mantienen una calidad de argumentación distinta de lo que realizan en los estados como en Veracruz donde muy pocos han señalado la relación entre ambos partidos detrás de un personaje como Miguel Ángel Yunes Linares al que acudió a abrazar Margarita Zavala hace tres semanas en su campaña a favor de los hijos de ese gobernador y que también en las percepciones para muchos es inaceptable, si no incomprensible…aquí en la capital del país.
Ante las inconsistencias y habiendo aprendido del comportamiento de los partidos y como resistencia a ellos, en el Estado de México ocurrirá una elección mediante la cual se valora o reprueba a la representación del sistema -entendido como el conjunto de relaciones dominantes- y que, en este caso, dado que lo más opuesto a él es Morena y es ese partido la manera más clara de manifestar la renuencia a la aceptación de todo lo que significa, especialmente para clases medias y populares, la permanenencia de una misma fuerza política durante 87 años, la elección es a favor de Morena y contra el PRI o del PRI y contra Morena.
Ya habíamos señalado lo esencial de esta dicotomía.
Las razones para la apuesta por la alternancia con una visión metropolitana progresista son tan grandes como la fuerza que se le opone.
FB Chilangos con Delfina