Libros de ayer y hoy/Teresa Gil
¿El inicio de una larga noche para el sistema político mexicano?
Tras la profunda fractura que en el PRI causó la Corriente Crítica en 1988, podría decirse que México está viviendo ahora, a casi 30 años de aquel evento, el inicio de una noche muy larga. Aquello que se gestó con Porfirio Muñoz Ledo y Cuauhtémoc Cárdenas a la cabeza –en ese orden, por mucho que digan lo contrario los adoradores del ingeniero-, ya no es ni la caricatura de lo que se vive ahora.
El PRD se perdió, y no sólo porque en su nueva aventura haya dejado totalmente de lado los principios ideológicos mezclándose con la derecha. Eso sería perdonable si se siguieran objetivos democráticos. Lo que se alcanza a ver entre las rendijas del recién creado Frente Ciudadano por México, es el más frío pragmatismo de un partido que se desfondó en medio de la más profunda corrupción, equiparable a la que encabezó el PRI.
Cerrar las puertas a una mujer ya de suyo es reprochable, aunque esa mujer sea la esposa de un ex Presidente de la República. Lo curioso en este caso es que el tamaño de los miedos de ese Frente, es inversamente proporcional al tamaño de sus posibilidades de ganar la Presidencia de la República pero, saben qué, eso no les importa, e incluso puede ser negociable porque esos tres, en su fuero interno, se sentirían felices si ganara el PRI.
Sólo hay que ver que tan inseguros se sienten de sus estructuras partidistas, que temen que, al abrir el proceso de selección de candidato presidencial, el PRI y el Gobierno Federal puedan meter la mano para imponerles un candidato. ¡Bueno! Si no pueden ganar una elección interna de manera democrática ¿entonces qué posibilidades habría de que ganen una contienda real, abierta, ya con todos los factores del poder en juego? ¡Ninguna!
Ricardo Anaya logró un doloroso final a sus pretensiones: quitar de en medio al grupo de Calderonistas y ser él quien mueva todas las grandes decisiones en torno a candidaturas y procesos internos no sólo del PAN, sino también del Frente Ciudadano por México, bajo la idea de que ese partido es la cabeza del león y los otros son la cola, lo cual es cierto pero, cambiaron las circunstancias en las últimas horas.
El PRD movió sus fichas con un modesto perfil, porque debajo del jaloneo por la candidatura presidencial, lo que ellos realmente pelean son las gubernaturas y, ahí sí, tienen todas las posibilidades, porque además ello les acarrearía triunfos en cascada en las alcaldías. Eso, de entrada para los del Sol Azteca, constituye un gran negocio. Quizá perderán fuerza en la Ciudad de México pero su poderío se acrecentará en todo el país.
Mejor aún para ellos, luego de la disputa entre Ricardo Anaya y Margarita Zavala, que terminó con la dimisión de ésta a sus 33 años de militancia en el PAN. Aunque no lo acepten, ese sólo acto debilitó profundamente las posibilidades presidenciales del panismo. De una baraja donde tenían al menos dos buenas manos, hoy se quedaron con un juego mediocre, que sin embargo les alcanza para ganar, por ejemplo, el estado de Jalisco, Sinaloa, Veracruz y Zacatecas.
Pero a nivel federal, parece que la gran confrontación será Morena vs PRI, con la salvedad de que los del Frente, ya vistas las cosas en un terreno de peligro, preferirán negociar con quien sea el abanderado del PRI, antes que someterse a la soberbia de López Obrador y al “ninguneo” al que seguramente serían expuestos en cada decisión, en cada proyecto. Algunos piensan que Margarita crecerá aún más. Es poco probable. Sin estructuras de poder real en su entorno es muy difícil.
No se ve a los ideólogos del sector privado cuerpeando esa candidatura, ni acompañando con recursos una campaña en la que, además, no existen cuadros en todos los estados de la República, como lo ha hecho durante casi dos décadas López Obrador. No, es muy difícil que ese fenómeno ocurra en México, porque no basta con proyectar bonhomía; si así fuera, Miguel Ángel Mancera habría repuntado luego de la entrevista con López Dóriga, en la que casi llora por los sismos.
No, esto no es tan simple. La arquitectura de un sistema de partidos es real y les permite a estos tener ojos y oídos en todo el territorio e incluso hasta amafiarse con el crimen organizado. No, en la política mexicana no hay bondades ni nobleza. Este es un juego de poder y quienes lo juegan pueden olfatear por dónde van los momios de las apuestas. La comparecencia de José Antonio Meade es el signo inequívoco de eso.
Más allá de las expresiones y de los aplausos, que pueden resultar naturales por parte de los priistas, lo que resalta es el respeto – y también la falta de preparación- conque lo recibieron los partidos opositores, so pretexto de que PAN, PRD y Movimiento Ciudadano andaban fuera del recinto. No, eso no fue casual. En sus cálculos, fue preferible no estar, antes que confrontarte con quien puede ser tu patrón.
Las crónicas de muchos diarios y portales de internet así lo reflejaron. Es cierto: “Meade llena el ojo a los priistas… y a los panistas de Margarita” que, ante la debacle de ésta, bien pueden optar por el candidato del PRI. Sólo que falta ver ahora como procesan los priistas sus fracturas internas porque, a diferencia de los panistas y perredistas, ellos las han sabido guardar, aunque se nota que ahí está merodeando el grupo Beltrones.
Meade Kuribreña salió viento en popa, en ruta para el 2018, arropado por esa clase política que olisquea, cual lobos en manada, sabedores de que ese puede ser el macho Alfa lomo plateado que los mantenga en el poder. En política, todo tiene un significado, incluso aparecer en las fotos, y algunas crónicas relatan que Meade es el único “precandidato” en la historia del PRI que cuenta ya con una bancada del PAN.
Él, sin aspavientos, se dio el lujo de darles con guante blanco en la mejilla, de reprochar oblicuamente lo que aquellos no han mostrado en estas horas de desgracia para el país: solidaridad. “Confío en que los Poderes Ejecutivo y Legislativo sabrán estar a la altura de los retos que hoy se enfrentan en el país”. “La ciudadanía espera que la clase política cumpla con su obligación…
El regaño al calce, por todos aquellos que prometieron aportar para la reconstrucción y que todo lo dejaron en saliva, en un debate inútil que ya les costó el espacio a dos “comentócratas” de la radio, que cuestionaron la idea de quitar todo tipo de financiamiento público a los partidos políticos porque ello los hace vulnerables a los embates de la corrupción y del crimen organizado.
¡Por favor! El crimen organizado tiene metida la mano hasta el tuétano. No es casual la existencia de tantos gobernadores en la cárcel; diputados federales sometidos a proceso; alcaldes embarrados con el tema del huachicol. No, lo único cierto en medio de esa discusión, es que el sistema electoral de México es el más caro del mundo y el pueblo no puede cargar con el peso de gente que, además de todo, puede decir que “la solidaridad no se impone”.
¡Claro que debe revisarse ese tema! Es hasta sardónico ver como esos mismos partidos que piden la austeridad de otros, pueden tener en sus nóminas de los Congresos estatales y del Congreso Federal, sueldos de asesores que ganan más de 100 mil pesos mensuales; Consejeros del INE a los que, además, el Tribunal Electoral les tiene que enmendar la tarea porque aquellos la hicieron mal. Basta ver el caso Coahuila. Son demasiadas instancias para tan malos resultados.
Pero ¿Sabe por qué son malos los resultados? Porque son los enjuagues del poder. “Me quitas uno grande pero me das dos chiquitos”, y así se van repartiendo estados y municipios. Ellos, los partidos, son culpables del grado de descomposición que vive el país. Porque se encargan de proyectar a personajes de los que después ya no se hacen cargo y luego se dan por sorprendidos porque su alcalde o gobernador resultó todo un mafioso o ladrón.
No, no parece que venga la primavera para la democracia mexicana, ni que después de la oscuridad aparezca la luz. Es un horizonte tenebroso, porque las mafias nos están atenazando. Nuevamente se siente un clima de profunda inseguridad en la Ciudad de México y en todo el país. Y no es por los desastres naturales, es por la desgracia de partidos que estamos padeciendo. Ninguno se hace responsable de lo que procrea ni de lo que dejan de hacer.