Poder y dinero
Principios opuestos: Sheinbaum y Barrales
La mayor discrepancia de calidades personales y políticas en una elección estatal en este 2018 es la que se da en la capital nacional entre dos mujeres.
De un lado existe la apuesta del PRD y del PAN por la continuidad del gobierno de Miguel Ángel Mancera, del otro la recuperación esperanzada en un proyecto que se aparte de la corrupción y de la inseguridad imperantes a las que ese político abandonó esta ciudad.
De un lado, una mezcla de principios y renuncias programáticas e ideológicas y, del otro, la reivindicación de una larga resistencia y consistencia con capacidad real y realista de futuro.
En el PRD y el PAN, la continuidad mancerista de atrincheramientos en un puñado de delegaciones y, en Morena, la sincronía del proyecto nacional y local encabezado por una coalición de fuerzas progresistas en toda la capital y el país.
No existe más alto contraste entre dos candidatas que el vigente entre Claudia Sheinbaum y Alejandra Barrales.
Activista, servidora pública, modernizadora del transporte público capitalino, honrada, académica con un doctorado y leal al proyecto de Andrés Manuel López Obrador, Sheinbaum lidera las encuestas. El hacerlo no implica el argumento definitivo de la decisión. Éste se constituye a partir de las propuestas.
La consistencia de su integración a una propuesta de una versión innovadora de la socialdemocracia mexicana, siempre en la izquierda de AMLO, se enfrenta a la maleabilidad de Barrales, basada siempre en el fin que justifica sus medios, aliada secundaria del PAN al que siempre descalificó y criticó de la misma forma en que Vicente Fox criticó al PRI y luego se hizo su aliado.
La claridad de la propuesta programática presentada en el inicio de la campaña este domingo por Sheinbaum coloca en el centro la reivindicación política las soluciones de seguridad, recuperación de los espacios públicos, replanteamiento de la movilidad con la cancelación de las fotomultas y la revisión de todos los contratos controvertidos firmados por el gobierno de Mancera.
También destacan la defensa de la innovación en protección civil, en abasto de agua y supervisión vehicular y el respaldo de una forma de control de las empresas desarrolladoras en la capital del país.
En el lado contrario, Barrales, activista, sobrecargo y dirigente sindical, legisladora e integrante de gabinete local, perteneciente provisional o aliada optativa a conveniencia de prácticamente todas las corrientes del PRD, decidió hacer una manifestación de las capacidades de convocatoria clientelar este domingo.
Invocó los problemas y soluciones imprecisas cuya precisión práctica debe presentar pronto y, además, se lanzó contra Sheinbaum por una responsabilidad inventada respecto del colegio Rébsamen lo cual muestra a Barrales en su peor oportunismo.
Afortunadamente, Barrales no estará a cargo de aplicar la ley. Al adelantar una presunta responsabilidad que es incapaz de demostrar contra una ciudadana como Sheinbaum, con mayor seriedad de la que ella ni en una fantasía podría exhibir, solamente indica que sus estrategas de campaña le insistieron en que era eso o nada.
Barrales despotrica ahora de AMLO pero fue su más entusiasta promotora durante el 2000 o en 2011 cuando necesitaba su visto bueno para la candidatura disputada contra su hoy aliado, el candidato a senador por el PAN, Mancera.
A principios de 2012 la vi en un restaurante en Polanco. Yo tomaba un café con Manuel Camacho Solís. El fallecido dirigente me dijo: “viene a que la apoyemos para ser jefa de gobierno y estar en la fórmula con Andrés Manuel”. Iniciaba la definición del proceso.
Entre sus propuestas está ausente la crítica al gobierno de Mancera quien, por otra parte, será protegido por Ricardo Anaya al ser colocado como senador plurinominal del partido que solía ser adversario del PRD, fundado en 1989 precisamente para diferenciarse del PRI y del PAN.
Durante el paso de Barrales por la ALDF, las secretarías que encabezó y el respaldo que dio a sus propios consanguíneos y cercanos, vale la pena un ejercicio de revisión al que un segmento alerta de los ciudadanos hemos de comenzar a dar detallada cuenta para contribuir a una informada decisión electoral.
Sheinbaum está en una lista de científicas cercanas a la proyección de investigaciones reconocidas por el Nobel. Barrales está en una lista importante de propietarias en el país y en el extranjero y fue famosa su presencia en las fotografías de una revista para adultos y sus acuerdos prácticos con varios personajes, Mancera incluido, para pasar encima del proceso interno del PRD que habría beneficiado a Salomón Chertorivsky y habría generado otro tipo de debate en la capital.
Por lo pronto, basta decir que el enojo mayoritario de la población capitalina respecto de los resultados entregados por Mancera y el PRD está en la base de la derrota anunciada de ese partido.
Ello, sin embargo, es del todo insuficiente frente al establecimiento analítico y de responsabilidades administrativas respecto de la gestión de Mancera y de las gestiones controvertidas en la capital en varios de los espacios delegacionales en donde busca atrincherarse el PRD capitalino.
Es necesario iniciar ese camino: el voto debe ser un voto informado y debe pasar y pesar la información y el proyecto.
El éxito debería ser admisible solamente al lado de los principios. Por una serie de condiciones, hoy estamos en una de esas raras circunstancias históricas en las que la derrotada será una aplicante, no de la racionalidad renacentista de Nicolás Maquiavelo, sino de aquella que habiéndolo conocido de cerca creyó absorber toda su inteligencia consiguiendo únicamente adquirir todas sus mañas.
En el 2018, habrá muchas victorias que resultan de compromisos, de causas y de lealtades a las ideas y a la ética. Una de ellas será la de Sheinbaum. La política puede estar asociada con le ética y la austeridad.
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