Nagasaki, la ciudad de los mártires
CIUDAD de MÉXICO, 4 de mayo de 2018.- Asesor de cuatro Presidentes de la República, un erudito del nivel Octavio Paz, Merleau Ponty o Sartre y un intelectual asociado al presidencialismo así como al discurso revolucionario del PRI, pero al mismo tiempo un periodista agudo, de sintaxis impecable, es como describe el investigador José Cuéllar al filosofo mexicano Emilio Uranga.
El autor del libro La revolución inconclusa, la filosofía de Emilio Uranga, artífice oculto del PRI, explicó que a Uranga no se le puede considerar un “intelectual coaptado o un intelectual orgánico del despotismo priista”, puesto que él tenía fuertes convicciones y un bagaje cultural que lo llevaba a actuar de cierta manera.
“A Emilio Uranga se le acusó de ser una pluma mercenaria de escribir sus columnas por encargo, él se defendió, dijo que no era así, que su sintaxis era impecable, Acotó que había ganado más dinero por lo que le habían pagado por no publicar que por lo que le pagaban por publicar”, refiere Cuéllar en alusión a la figura que escudriña en su más reciente libro.
Uranga fue el protagonista de una ruptura con Octavio Paz, a quien acusó de “oportunista” a raíz de la renuncia del premio Nobel a la embajada en Nueva Deli en 1968 y del famoso poema con ocasión de las olimpiadas y de Tlatelolco.
“Criticó a Octavio Paz cuando entra en el Colegio Nacional, exhibe la ironía de como el gran representante de la tradición de la ruptura decide incorporarse al establishment. Uranga tenía una lucidez tremenda y el talento de decir la cosas sin ambages”, recapitula Cuéllar quien se dio a tarea de investigar por varios años el legado del filósofo mexicano.
También el filosofo -quien falleció en 1988- mantuvo discusiones intelectuales con Daniel Cosío Villegas y sostuvo una gran polémica con Carlos Fuentes a quien acuso de “vedetismo y hacerle al boom” es decir ser invento mediático más que un escritor.
¿Por qué Uranga no es un intelectual que esté a la mano?
-No es una casualidad o algo incidental, ha sido ocultado porque no se preocupó de dejar discípulos, nadie que cuidara de su legado, por el contrario se enzarzó en discusiones violentas con la elite intelectual del país, entonces eso lo convirtió en un personaje incomodo del que no se quiere saber.
Además, él es uno de los artífices de este discurso revolucionario mexicano que hoy no interesa, el cual hoy el propio PRI se está deslindando de este viejo PRI. Hoy el insulto político por antonomasia es calificar a alguien de pertenecer al viejo PRI, y Emilio Uranga es una de las figuras quien está en el vórtice de estos discursos.
Actualmente tenemos esta paradoja que la figura estelar del PRI, es decir su candidato presidencial José Antonio Meade se proclama no priista.
En 1960 Uranga decía que la izquierda mexicana no podía estar fuera del PRI, hoy la pregunta sería en dónde está el adentro y el afuera. Si hubiese intelectuales que tuvieran la capacidad de emularlo creo que el debate político sería otro, más bien habría debate, recuperaríamos en nuestros debates actuales el suelo de la historia y de la filosofía, los cuales están ausentes.
La izquierda solo puede estar dentro del PRI
Emilio Uranga fue asesor de los presidentes Adolfo López Mateos, Gustavo Díaz Ordaz, Luis Echeverría y José López Portillo, a él le toca vivir el presidencialismo en pleno. En 1960 debuta como periodista, reniega de la academia, se sale de las aulas universitarias.
En julio de 1960 el presidente Adolfo López Mateos declaró en Guaymas, Sonora que “su gobierno es de extrema izquierda, dentro de la constitución”, Esta frase- insiste el maestro de filosofía de la cultura de la UNAM, es atípica que surja de un Presidente y que este se declare de extrema izquierda. Hoy pasaría lo mismo si el Presidente se proclamara de extrema izquierda, pondríamos el grito en cielo, diríamos ¿qué le pasa a usted ?
Cuéllar documenta como en la década de los sesenta, el sector empresarial, el más reaccionario sintió escalofríos sacó sus capitales del país con el argumento de que López Mateos impulsaba un neocardenismo, neosocialismo y un expropiado, y también fue de conocimiento común que el entonces Presidente sabía que había tenido una cierta filiación con el socialismo de joven, entonces si había motivos para sospechar que era un izquierdoso radical.
“En medio de esa confusión, Emilio Uranga sale a escena a interpretar este enigma del Presidente, el filosofo dice que lo que López Mateos trató de decir no se nos tiene que olvidar a los mexicanos, es que la Revolución no es un movimiento antisistémico ni un movimiento subversivo que oponga al poder. No se nos olvide que la Revolución de 1910 se convirtió en una Constitución de 1917 , quedó plasmada en el texto que devino en un Estado. De modo que la Revolución mexicana y el Estado mexicano prosperarán o perecerán juntos.
“En el libro utilizo la metáfora de una pirámide, la cual es una figura que también utilizó Octavio Paz en Posdata, el Presidencialismo, esta monarquía de seis años, esta dictadura perfecta, era una pirámide monolítica, pues en 1960 a 8 años de Tlatelolco, hay una grieta enorme que recorre la estructura piramidal de PRI, de arriba a abajo, y es esta grieta la que López Mateos teniendo a su lado a la mente genial y luciferina de Uranga, tratan de resanar pero esa grieta permanecerá ahí”.
Lo que nos dice Uranga en 1960, en palabras de Cuellar, es que en México la verdadera izquierda solamente puede darse dentro del PRI, tiene que ser un movimiento dentro del PRI, porque el principal opositor del PRI es el PRI.
¿Hay algún dato que nos lleve a presumir que un consejo de Uranga fue determinante para que alguno de los Presidentes a quienes asesoró tomara una decisión?
-Eso es muy difícil de documentar, he recabado testimonios que concuerdan en la cercanía de Emilio Uranga con Díaz Ordaz, quién no pocas veces lo visitó en su casa de Cuernavaca, donde comentaban algunos libros pero es imposible saber el grado de injerencia.
Pero podemos decir que Uranga estaba en la órbita de la altas esferas, no sabemos hasta qué punto trataba directamente al Presidente y cuál posición ocupaba exactamente.
-¿Cómo concibes a Emilio Uranga como un asesor presidencial o un esgrimista que salía al quite con su pluma cuando se trataba de defender a la institución presidencial?
-Existe una leyenda negra de él, en la que se le adjudica la creación del libelo El Móndrigo, que se publicó después de 1968, El diario falso de un estudiante masacrado el 2 de octubre en donde este supuesto estudiante pinta al movimiento estudiantil como un puñado de radicales, violentos que dispararon contra los militares y estos no hicieron más que defenderse.
También se le adjudicaban la autoría de varias columnas que por encargo se hacían desde la Secretaría de Gobernación, como era Granero Político, como era Política en las rocas, las cuales eran columnas implacables que se iban a la yugular de los enemigos del Estado.
No sabemos si las escribió o no, quizás tampoco importa, lo importante es que se le adjudicaron y que él estaba en la posición de escribirlas. Él conocía a Marx, Fink, Heidegger, Russell ¿quién en México tenía esa visión panorámica? pues Uranga.
La crisis, la naturaleza humana del mexicano
Emilio Uranga escribió el Análisis de ser del mexicano, un libro que dedica a Octavio Paz. En este texto Uranga se preguntó ¿qué es ser mexicano? y su respuesta es muy obvia: ser mexicano es ser humano.
“Ser humano significa que eres vulnerable, que eres finito, eres mortal, que estás continuamente en el azar y todo esto Uranga le llama ser accidental, seres accidentales, somos contingentes somos menesterosos, no somos omnipotentes no somos sustanciales, como puede suponer cierta concepción imperialista del hombre, que también nos resulta muy familiar, es decir aquellos que creen que tienen la verdad en la mano y que creen que la tienen que imponer, a los demás por su propio bien.
Los mexicanos tenemos que pensarnos a nosotros mismos y tenemos una gran reflexión que enseñar a los demás; el estado natural del hombre es la crisis y hay que aprender a vivir con la crisis. Donde mejor se patentiza esta crisis, este ser accidentado de los mexicanos, es en la Revolución”, sostiene José Manuel Cuellar.
¿Quedó relegada esta idea de la Revolución como la concebía Emilio Uranga?
-Creo que no hay interés por esto debates sobre la Revolución, porque la Revolución mexicana nos hablaba de muchas cosas, era un discurso muy flexible, muy heterodoxo, pero una de las cosas de las que nos hablaba era de la dignidad del mexicano.
La revolución mexicana no solo quiere renovar hombres en los gabinetes presidenciales sino que quiere dignificar al mexicano, y devolvernos nuestras capacidad de determinarnos nuestra existencia, con la Revolución tiene que nacer un nuevo Gobierno, un nuevo hombre. En ese sentido sigue estando inconclusa la Revolución porque no es algo que está atrás sino que se ubica adelante, es la brújula, es el norte del país, la seña que nos indica a donde ir.
¿Una aspiración?
-Más que una aspiración es un empeño, un quehacer algo por realizarse, ser mexicano no es más que un esfuerzo por ser mexicano, por el devenir, y así los concebía Uranga, él usaba una metáfora que decía que la Revolución Mexicana es como la sinfonía inconclusa de Schuber, que quedó trunca y que nosotros los oyentes nos quedamos expectantes, y eso se convierte en un aliciente para nuestra imaginación y esa es la clave de su genialidad. Que siempre permanecerá inconclusa porque nadie podrá decir que le puso punto final a la sinfonía de Schuber.