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CIUDAD DE MÉXICO, 1 de noviembre de 2018.- Aurelia Chávez tiene 50 años y como muchos de los habitantes de San Gregorio Atlapulco, en Xochimilco, acudió desde la noche del miércoles 31 de octubre a velar a sus muertos.
Es un pueblo que se distingue por su gente y sus tradiciones, tradicionalmente, los vecinos de San Gregorio, festejan la llegada de sus seres queridos el Día de Muertos, a los pequeños, los esperan desde una noche antes al Día de todos los santos que se conmemora el 1 de noviembre.
Este jueves, el cementerio ya lucía desde antes del amanecer abarrotando de flores y adornos, que hasta parece una fiesta aunque se les recuerda con solemnidad.
“Es muy grande porque este día venimos a alumbrar a los difuntos, en este día a los niños, porque es cuando se supone que los niños es cuando nos visitan, y ya mañana (2 de noviembre) es cuando llegan todos los demás”, comentó Aurelia, quien tiene 20 años visitando ese panteón tras el fallecimiento de su hija y su nieto, quien era menor de edad.
El panteón que todos los años se llena de velas, huele intensamente a cempasúchil y por algunos lados sobresalen algunos globos, juguetes y flores de colores muy vivos, tradicionales de esta época, pan y algunos alimentos, particularmente fruta.
Las tumbas en el panteón de San Gregorio ahora no están solas, ni sus muertos tampoco, con la temporada del Día de Muertos que cada año nos muestra el sincretismo resultado de largos procesos culturales que gracias a mexicanos como Aurelia, es una tradición que se mantiene cada vez más viva.