Libros de ayer y hoy/Teresa Gil
Gilberto Bosques. Una gran historia diplomática
Carlos Ravelo Galindo, afirma:
El asilo mexicano, aplicado para todo mundo, incluidos los judíos, en la Segunda Guerra Mundial, ha permitido a muchos de nuestros lectores, compartir historias.
Uno de ellos don Antonio Pérez Manzano, embajador mexicano en retiro, nos dice:
Don Carlos, muy estimado amigo. Sigo agradecido con sus artículos diarios plenos de enseñanzas y experiencias.
Hoy leí con interés el artículo donde se habla sobre el Derecho al Asilo; al respecto, abundo en el tema -y para corresponder a sus gentilezas- le comparto un artículo que escribí hace un tiempo y que ahora revivo en la revista de la Asociación de Diplomáticos Escritores (ADE).
Y nosotros hacemos lo mismo de esta espléndida historia de la diplomacia Humanitaria, vaya de la Tradición Mexicana del Asilo.
El texto México-Cuba, Gilberto Bosques, escrita por el diplomático Antonio Pérez Manzano.
“En los anales de la historia diplomática mexicana, ha quedado escrito con letras de oro, lo hecho por el gobierno de México y en particular por el entonces Cónsul General Gilberto Bosques Saldívar, en Francia y otros países, en asuntos humanitarios como el otorgamiento de asilo a perseguidos por dictaduras y gobiernos
Invasores, como fue el caso de los españoles que huían de Francisco Franco y de judíos perseguidos por los esbirros de Hitler.
Otros pasajes menos conocidos de la vida de nuestro personaje, son los relativos a su reclusión en la “prisión-hotel” en Bad Godesberg, donde junto con su familia y personal del consulado, “disfrutaron de la hospitalidad hitleriana” durante más de un año, hasta que se produjo un intercambio de prisioneros; luego de lo cual regresan a México.
Al respecto, Don Gilberto narra esa parte de la aventura final en tierras bajo el dominio nazi:
“Al fin se nos comunicó que íbamos a salir y se nos condujo a Biarritz. De ahí seguimos en trenes que atravesaron hacia Lisboa. Allí estaba un barco con alemanes para el canje.
A nosotros nos canjearon por un número de alemanes detenidos en México, en Cofre de Perote (Veracruz) y en otras partes”.
En aguas del Atlántico -el barco que también repatriaba decenas de heridos norteamericanos-, se dirigió a Nueva York, en los Estados Unidos, donde fueron muy bien recibidos, como verdaderos héroes. Se les alojó en el famoso hotel Waldorf Astoria y se patentizaron emotivos actos de aprecio a México, por la ayuda prestada a
Nacionales de distintos países, que se habían quedado a radicar en la Unión Americana.
Desde la Urbe de Hierro, nuestros personajes continuarían por tierra su viaje a México.
Del periplo de Don Gilberto nos la cuenta él mismo:
“Los ferrocarriles norteamericanos me ofrecieron un
Carro-vagón para el personal, libre de gastos, hasta México.
A la llegada a México encontramos una recepción popular que realmente fue muy calurosa, que no esperábamos. Toda la prensa se ocupó de eso.
Estuvieron esperándonos muchos españoles y de otras nacionalidades que habían participado en la guerra.
Para los efectos del presente artículo, acerca de la última etapa de la vida profesional del embajador Bosques, mencionaré que, después de haber regresado a México y tras un breve descanso, fue nombrado titular de la representación mexicana en Portugal. Donde se ocuparía de rescatar a muchos españoles perseguidos por el régimen de Francisco Franco, de España.
Luego pasaría a Suecia y Finlandia, para después ser enviado a Cuba.
De “el hombre y sus circunstancias”, podemos asegurar que a Don Gilberto Bosques, le tocó vivir ciertas etapas con un sello muy particular:
La Revolución Mexicana, la Segunda Guerra Mundial y la Revolución Cubana, por citar solo algunos acontecimientos relevantes.
El presidente de México don Adolfo Ruiz Cortines designó (1953) a don Gilberto como embajador ante el gobierno cubano, encabezado en esos momentos por Fulgencio Batista -quien había dado un golpe militar al presidente Prío Socarrás-.
Las escuetas indicaciones por parte del mandatario mexicano dicen mucho: “Vea usted cómo tratar a ese tiranuelo.”
Como se vería posteriormente, en Cuba le tocaría vivir la transición entre el gobierno del dictador Batista, hasta el triunfo de la Revolución Cubana, que llevó al gobierno a Osvaldo Dorticós como Presidente de la República y a Fidel Castro Ruz, en funciones de Primer Ministro.
Aún en esa etapa, el Gobierno de México, por conducto del Embajador Bosques, luchó para mantener la tradición eminentemente humanitaria del asilo diplomático, llevándola hasta sus últimas consecuencias y sin importar que se tratara de un nuevo gobierno, emanado de una revolución, con el que se identificaban muchos mexicanos.
Un caso destacado ocurrió en el año 1954, cuando el Embajador Bosques tuvo que enfrentar y resolver solicitudes de asilo de parte de revolucionarios del Partido Comunista, que eran perseguidos por el gobierno de Fulgencio Batista.
Entre los casos de asilo que destacan por su importancia, es el del revolucionario de nombre Cándido de la Torre, a quien se le concedió el asilo, se le trasladó a México y aun bajo la protección de las leyes nacionales, un comando cubano lo secuestró y lo regresó a la isla.
El Gobierno de México, exigió que fuera devuelto sano y salvo; lo que al final ocurrió, en un avión especial nuevamente a territorio mexicano.
Dicha práctica humanitaria, se llevó a cabo dándoles asilo en México tanto a disidentes de Batista, como posteriormente, a los disidentes de la Revolución Cubana.
El Embajador Bosques hace notar que las relaciones mexicano-cubanas no atravesaban por su mejor momento, por la antipatía que Ruiz Cortines mostraba en contra de Batista.
Lo anterior se agravó con el conocido “asalto al Cuartel Moncada”, lo que desató una fuerte persecución contra la disidencia y se presentaron varias solicitudes de asilo.
Otro episodio que ocasionó continuos roces fue la actividad desplegada en México, por parte de los revolucionarios cubanos, encabezados por Fidel Castro.
Al triunfo de los revolucionarios Batista huyó del país y pronto se formó el nuevo gobierno, cuya presidencia recayó en Osvaldo Dorticós y el cargo de Primer Ministro, en Fidel Castro Ruz.
El embajador Bosques cuenta que se hubo enfrentamientos serios con el gobierno revolucionario cubano, inclusive acciones violentas de invasión a representaciones diplomáticas y amenazas a sus representantes.
El Embajador Bosques también fue actor y testigo de una de las páginas más brillantes de la historia de la diplomacia mexicana, cuando varios países del Continente Americano, propusieron la expulsión de Cuba de la OEA.
México fue el único país que votó en contra de dicha medida, en forma razonada:
Don Gilberto Bosques y el intento de aislar a Cuba:
“Vino la reunión de consulta para considerar el aislamiento cubano, planteado inicialmente por los Estados Unidos.
El presidente López Mateos, cuyo régimen había manifestado su simpatía con la Revolución Cubana.
Los demás países cedieron a la propuesta de romper relaciones con Cuba.
Para el gobierno de México esto planteaba problemas políticos y morales. Fui llamado a México por el señor Gorostiza. Y analizamos todos los aspectos de la cuestión, que yo llevaría examen del primer mandatario.”
En ese tono familiar y pausado, don Gilberto nos cuenta sobre su encuentro con el presidente de la República:
“Tuve una larga plática con el presidente Adolfo López Mateos, que duró más de tres horas, en que se analizaron los diferentes aspectos desde el punto de vista jurídico, en cuanto a las obligaciones en derecho internacional, al Tratado de Río y el texto de la proposición y sus consecuencias.
López Mateos tenía la inclinación manifiesta de defender a
Cuba.”
Don Gilberto regresa a La Habana para esperar los resultados de la reunión de la OEA del 26 de julio, donde se produciría la votación y la resolución final.
México razonó su voto y se constituyó en el único país que votó en contra de expulsar a Cuba de dicho organismo.
El gobierno cubano supo valorar el apoyo brindado por México, lo que fortaleció las relaciones bilaterales y con el tiempo, se reconoció la gallarda postura de nuestro país, basada en principios.
Terminaremos con otro pasaje que ha quedado en la historia de las relaciones internacionales:
En el marco de la confrontación de la llamada “Guerra Fría”, entre países de la extinta Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) y los Estados Unidos de América, con los países aliados, se llegó a la llamada “Crisis de los Cohetes”, de cuyo asunto fue informado el gobierno en forma oportuna y objetiva.
Después de una larga estancia de nueve años en Cuba, el Embajador Gilberto Bosques le informa al presidente López Mateos que él no podría colaborar con el próximo gobierno de Gustavo Díaz Ordaz y en 1964 regresa a México”.
La historia escrita, no se borra nunca. Como lo que acontece hoy con nuestra 4 Transformación y el caso de Bolivia.