Alfa omega/Jorge Herrera Valenzuela
Nuestra gratitud a todos los médicos y enfermeras de México
Carlos Ravelo Galindo, afirma:
No podemos dejar para después responder a los mensajes que nos han llegado con motivo de la narración de nuestros nietos en Barcelona, el médico Jorge Alberto Ravelo Barba y Mariana.
Decir a nuestros amigos que ambos están bien.
Jorge cubre turnos de doce horas, en urgencias. Y descansa un poco, en casa con Mariana.
A nuestra pregunta telefónica de cómo están. Respondieron, en llanto por la emoción que los invade y nos contagia.
“Don Carlos, Abos, estamos bien. Pero muy emocionados.
Te mando un video en donde la guardia civil española, policías, bomberos y personal de seguridad de Cataluña, brindan un homenaje y agradecimiento a los médicos y personal del Hospital Del Mar, en donde estaba Jorge tu nieto, en ese momento. Besos”.
Llegó, en efecto, el video en el cual se ve, fuera del nosocomio la multitud en aplauso. Y dentro, tras los vidrios del hospital, enfermeras, ayudantes y médicos, que saludan.
Nosotros coincidimos en aplaudir a médicos y enfermeras de México, por su devoción por los enfermos.
E invitamos leer un hermoso y triste canto a la esperanza,
de Antonio Machado. España 1875-1939.
La mujer del poeta, Leonor ha vuelto a casa después de pasar una temporada en el hospital por una larga enfermedad.
El poeta escribe estas líneas durante su convalecencia.
Es mayo de 1912, Antonio y Leonor han vuelto a Soria (España), desde París, de donde han traído la enfermedad de la hemoptisis como acompañante.
Han luchado con todas sus fuerzas para curar el terrible mal, alquilaron una casa de campo con aire puro como antídoto fundamental.
Pero nada mejora la situación de la enferma.
«A un olmo seco» le sirve para describir la lamentable situación de su mujer, Leonor Izquierdo.
Antonio Machado seguramente se pregunta por qué no pudiera su mujer “florecer” como lo hacen los olmos, los álamos del río, una metáfora entre un olmo ya casi derruido, y su mujer “carcomida” por dentro.
Los dos afectados por la enfermedad mortal; la grafiosis del olmo, y la tuberculosis de Leonor.
Machado cree en los milagros y así se ve al final del poema:
“Mi corazón espera también hacia la luz y hacia la vida, otro milagro de la primavera”.
«A Un Olmo Viejo»
Al olmo viejo, hendido por el
rayo
y en su mitad podrido,
con las lluvias de abril y el sol de mayo
algunas hojas verdes le han salido.
¡El olmo centenario en la colina
que lame el Duero! Un musgo amarillento
le mancha la corteza blanquecina
al tronco carcomido y polvoriento.
No será, cual los álamos cantores
que guardan el camino y la ribera,
habitado de pardos ruiseñores.
Ejército de hormigas en hilera
va trepando por él, y en sus entrañas
urden sus telas grises las arañas.
Antes que te derribe, olmo del
Duero,
con su hacha el leñador, y el carpintero
te convierta en melena de campana,
lanza de carro o yugo de carreta;
antes que rojo en el hogar,
mañana,
ardas en alguna mísera caseta,
al borde de un camino;
antes que te descuaje un
torbellino
y tronche el soplo de las sierras blancas;
antes que el río hasta la mar te
empuje
por valles y barrancas,
olmo, quiero anotar en mi cartera
la gracia de tu rama verdecida.
Mi corazón espera
también, hacia la luz y hacia la vida,
otro milagro de la primavera.