De norte a sur
Todavía no oscurecía cuando vi la imagen desoladora. Dos de los personajes con la mejor información económica del país y con sus referentes globales tenían la mirada clavada en una alcantarilla. Sus rostros reflejaban tristeza y aquellos gestos que intentan una sonrisa para evitar la depresión que ha provocado la cuarentena en los tiempos del coronavirus.
En la fotografía que fue tomada frente al Palacio Nacional, se mostraba al subgobernador del Banco de México, Gerardo Esquivel y al secretario de Hacienda, Arturo Herrera que, para colmo y como una proyección de lo que le ocurre a México, se apoyaba en muletas.
No he visto a lo largo de las múltiples crisis económicas por las que ha transitado el país en su vida moderna. Bueno, ni en 1982 cuando las arcas nacionales quedaron vacías, se veía el desánimo que exhibía la fotografía que circuló en Twitter y que luego publicaría un diario de la Ciudad de México, pero con otra expresión.
Por el gesto del subgobernador del Banco de México con la mirada clavada en la alcantarilla, se podría imaginar el tono de la conversación que habrían tenido minutos antes.
Mira Arturo por dónde se está yendo la economía y cómo está arrastrando a la Cuarta Transformación…
Eso es lo que quisieran muchos, pero ya verás cómo vamos a salir adelante respondería el secretario de Hacienda, mientras intentaba dar seguridad a sus palabras con una nerviosa sonrisa que finalmente remarcaba la inseguridad de sus dichos.
Un chasquido de incredulidad por parte de Esquivel cerraría el diálogo imaginario y vendría la despedida de los dos funcionarios.
En las redes sociales se desataría la especulación sobre la cojera del secretario de Hacienda, que él atribuiría a una lesión de juventud por su afición al futbol y no -como se pudo pensar- por decisiones de política pública.
Antes de ese encuentro y de la aparición de esa oportuna imagen, cuya autoría lamentablemente desconozco, el Banco de México había dado a conocer su Informe Trimestral enero-marzo 2020 que plantea un panorama económico significativamente adverso y más complejo debido a los retos y riesgos asociados con la pandemia del COVID-19.
Del estancamiento en 2019, en marzo de este año la economía comenzó a resentir fuertemente las afectaciones de las medidas de distanciamiento social por la pandemia, además de brusca ruptura de las cadenas de valor, de elevadas tasas de desempleo, junto con el descenso acelerado de la oferta y demanda, no solamente de México sino en el mundo, propició que el PIB durante el primer trimestre cayera -1.2 por ciento, con lo que se acumulan cuatro trimestres negativos que apuntan recesión.
Y hacia adelante el panorama no mejora. El Banco de México considera que la economía nacional podría sufrir en 2020 un desplome del PIB del orden de -8.8 por ciento y el desempleo de un millón 400 mil trabajadores, aunque la inflación podría rondar en la meta anual de 3 por ciento, pero con un alto grado de incertidumbre.
Otros análisis menos optimistas plantean una perspectiva deprimente con caídas del PIB de -10 por ciento y desempleo de más de 2 millones de personas.
Pero, por si eso fuera poco, JP Morgan considera que México perderá su grado de inversión a final del año o principios del siguiente si no se modifica la política económica del presidente López Obrador y que opera el secretario de Hacienda, Arturo Herrera. Bank of America coincide en esa idea, aunque le da como margen el inicio de 2022.
A su vez, la OCDE no descarta un fuerte desplome de la economía con graves repercusiones en materia social, principalmente, sin que 2021 ofrezca mejores perspectivas. Por ello, propone evitar el falso dilema salud versus economía y controlar los efectos de la pandemia para revisar de inmediato la estructura económica que debe pasar por una reforma fiscal.
Con datos como estos, la imagen de los dos personajes que conocen mejor que muchos el pulso de la economía nacional expone al pie de una alcantarilla las condiciones sobre las cuales se pretende iniciar “la nueva realidad”.
@lusacevedop