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El vuelo del hombre gana premio biblioteca breve 2025 de Seix Barral
MÉXICO, DF, 21 de octubre del 2014.- El Bosque de Chapultepec es lugar de visita obligada en la ciudad de México. Allí está el zoológico más importante del país, así como el único Palacio lmperial de América y otros muchos espacios para la cultura y entretenimiento. Sin embargo, su estrecha relación con la historia nacional se remite por lo menos hasta hace 4 mil años.
Quadratín México conversó con la arqueóloga Lourdes López, investigadora del Museo Nacional de Historia, MNH, en busca de conocer algunos de los vestigios que subsisten de aquella época.
“Encontramos cráneos humanos con deformaciones, cuyo fechamiento nos remite hasta el Preclásico: entre el 2500 a. de C. y el 300 de nuestra era. En la zona hallamos megafauna (prehistórica) en el actual Circuito Interior, así como en Palmas”, explica la arqueóloga. Esto se debe a su ubicación estratégica en la rivera poniente del antiguo Lago de Texcoco. Además, su riqueza de recursos naturales, que lo convirtieron en un lugar codiciado y venerado.
La erupción del volcán Xitle, cerca del Ajusco provocó que quienes habitaba allí y otros lugares como Cuicuilco, Zacatenco o Tlatilco migraran al norte y fundaran Teotihuacán, cultura que dejó vestigios en el Cerro del Chapulín. Prueba de ello es un conjunto habitacional hallado en la zona.
«Se excavó una ladera en 1999, tras un hallazgo de la arqueóloga María de la Luz Cabrera, labor que continúa Guadalupe Espinoza. Aunque vamos despacio porque al tiempo de descubrir tenemos que conservar lo encontrado. Es algo lento y caro para el INAH, pero no hay prisa», explica la arqueóloga.
Según la investigadora, con los estudios identificaron la influencia cultural de la Ciudad de los Dioses en este sitio porque los enseres hallados tienen características similares, aunque cuentan con elementos particulares de los artesanos que las fabricaron, como un sello local.
Del Postclásico a la posteridad
Entre los siglos IX y X de nuestra era, comenzó su verdadera relevancia histórica y política, tras la caída del imperio tolteca. Se cree que su último emperador, Huémac, llegó a Chapultepec con unos pocos seguidores y, al ver la desolación de su pueblo, decidió ahorcarse en el Cincalco (Cueva del Maíz) donde hoy se encuentra un elevador edificado para el presidente Porfirio Díaz.
Incluso cuenta una leyenda que su hijo, Ecitín, huyó a Aztlán, donde narró la belleza y riqueza de Chapultepec y convenció a los habitantes a migrar. Así fue como los aztecas llegaron al Valle.
«Sabemos que Huémac murió aquí y que vivía en Chapultepec una familia tolteca, que encontró Xólotl, el líder azteca que los trajo hasta aquí. También tenemos la carta de un investigador al entonces director del Museo Nacional, donde se quejaba por construir el elevador, pues habían petroglifos (grabados a la entrada de la cueva) y otros restos que explicarían la muerte de Huémac. Pero fueron destruidos sin tomar registro y no sabemos más», lamenta la funcionaria.
Sobre Ecitín y Huémac la especialista explica que el relato los describe como monarcas, pero también como hombres-dios, lo mismo que Aztlán, un paraíso ubicado en diferentes lugares. Luego de liberarse del yugo tepaneca, los mexicas se apropiaron del cerro en el reinado de Iztcóatl. Luego Moctezuma Ilhuicamina, entre 1440 y 1469, lo convirtió en centro religioso y de recreo. En la cúspide se erigió un templo para Huitzilopochtli y también se veneró a Tláloc.
«Había un palacio de reposo para el emperador», explica Lourdes López, «Moctezuma Xocoyotzin (II) tuvo una colección privada de animales y las parteras peregrinaban desde Templo Mayor para sacrificar una doncella. También ahí los reyes eran recibidos por el pueblo al regreso de la guerra».
Además en la cosmovisión prehispánica los cerros tenían gran valor pues en ellos podían acercarse a sus dioses. Por ejemplo en el Cincalco, donde creían se accedía al inframundo.
«En la ladera oriente hay un ‘chimalli’ (escudo) con plumas, labrado en la roca, para Huitzilopochitli. Durante el solsticio de invierno, cercano a la navidad, el sol sale justo por el vientre del volcán Iztaccíhuatl, un fenómeno interpretado como el nacimiento del dios de la guerra. También en el equinoccio de primavera, el sol sale sobre el cerro Tláloc, en la Sierra Nevada, e indicaba el inicio de la siembra».
Otros vestigio relevante está en su falda oriente: un petroglifo parcialmente destruido que representa a Moctezuma II y tiene fechas importantes, como el encendido del último Fuego Nuevo en 1507 o 1517, cuando los españoles desembarcaron en Yucatán y confirmaron el mal augurio.
También se piensa que otros personajes importantes tuvieron su efigie, como Moctezuma I y su consejero Tlacaélel. Sin embargo los españoles destruyeron la mayor parte de estas obras.
Fuente de vida para la ciudad
Otra función que determinó la importancia de Chapultepec para la capital fue el abasto de agua potable. El agua del lago de Texcoco no era potable y debía extraerse desde los abundantes manantiales que brotaban en la zona llamada ‘Cajas de Agua’.
«Se hicieron varias construcciones», asegura la arqueóloga López, «la primera era de lodo, varas y madera, en la época de Chimalpopoca, (tercer emperador azteca y nieto del señor de Azcapotzalco, Tezozomoc). Pero a la muerte de éste último, su hijo Maxtla expulsó a los aztecas de Chapultepec, mató a Chimalpopoca y destruyó el caño».
Con el genio de Nezahualcóyotl, huésped distinguido de Tenochtitlan, se creó después un nuevo acueducto con mejores recursos técnicos, pues conducía el agua hasta el actual Palacio de Bellas Artes. Allí se conducía subterráneamente hasta Templo Mayor, según describe la entrevistada:
«El acueducto de Moctezuma I era de piedra, iniciaba Circuito Interior, seguía por San Cosme hasta la Calzada Tacuba y llegaba hasta el antiguo Convento de Santa Isabel. Pero no era una arcada, apenas estaba elevado del nivel del agua. Tampoco era recto pues bordeaba el límite del lago. Tras la conquista, los españoles repararon el conducto y, entre 1594 y 1596 lo convirtieron en una arcada, porque el suministro ya no era suficiente. Se compró agua al Cabildo de Valladolid y se desviaron los ríos que había en Cuajimalpa hacia acá.
“En el siglo XVIII se construyó una canaleta al norte del cerro y después se erigió un acueducto primero con 900 y luego con mil 8 arcos, pero por un camino de agua, actualmente Avenida Chapultepec. En 1760 se sustituyó el antiguo canal por el que aún existe y que desembocaba en Salto del Agua, que es una réplica. La única fuente que perdura está fuera del Metro Chapultepec», relató.
Es increíble, explicó la funcionaria, que tras de tantas alteraciones al entorno, guerras y saqueos, Chapultepec resguarde tesoros prehispánicos, que lo confirmen como un lugar simbólico del país.
«Es sorprendente que sobrevivan estos vestigios: con la conquista se construyó en la cumbre una ermita para San Miguel Arcángel y se fundó el pueblo indígena de San Miguel Chapultepec, ubicado entre las actuales colonias Juárez y Cuauhtémoc. Después los virreyes ordenaron construir una casa de campo al pie del cerro y una fábrica de pólvora, que explotó y arrasó con todo”.
Con el tiempo siguieron las alteraciones: «En 1753 el virrey Bernardo de Gálvez trasladó el castillo a la cima y se destruyeron más vestigios. La obra quedó inconclusa y abandonada que Antonio López de Santa Anna ordenó traer el Colegio Militar, que en 1847 fue bombardeado por 12 horas. Después fue palacio imperial para Maximiliano y se alteró toda la fisonomía del cerro.
«Fue hasta 1939 que el presidente Lázaro Cárdenas ordenó que el Castillo se conviertiera en museo y por eso el área que se vuelve emblemática: los grupos dominantes del Valle de México, incluso la Residencia de Los Pinos, se encuentra a pocos metros de aquí», explica.
Las elevaciones en la época prehispánica fueron consideradas lugares de culto. Pero especialmente Chapultepec ha sido un cerro sagrado estrechamente ligado a la historia y la cultura mexicana, aun cuando para muchos se considera sólo un centro de esparcimiento.
«Originalmente se rendía culto al cerro porque en la época prehispánica le dio identidad a un grupo. Era un proveedor de recursos: agua, animales para la caza. Pero también un lugar de comunicación entre los dioses y el hombre. Se creía que ahí habitaban y que ahí se formaban las nubes. Entonces era una representación del Tlalocan, el paraíso.
«Hoy es un punto nodal para la formación de la historia de nuestro país: Intervino en las grandes decisiones de la nación, fue el punto de encuentro de políticos y reyes desde el siglo XV hasta nuestros días. Ahora el museo es un faro que comparte y resguarda la historia al mundo y es una referencia histórica de México al extranjero, porque los turistas de la ciudad visitan el Museo de Antropología y el Castillo de Chapultepec», concluye la arqueóloga López.
Acércate a los Exploradores de Chapultepec
Además del trabajo que realiza el MNH de restaurar y resguardar estos hallazgos, existen otros que sí pueden ser visitados, como el chimalli, el petroglifo de Moctezuma II, la escalinata de Carlota y otros en diferentes puntos del cerro. Este sábado 25 de octubre podrás visitar a estos y otros lugares. La cita es en la rampa que conduce al Castillo en dos horarios: 10:00 y 12:00 horas, el cupo es para 20 personas por recorrido y será para mayores de 8 años.
Contacto:
Promoción Cultural Muiseo Nacional de Historia Teléfonos: 4040-5214, 4040-5206
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Páginas web: www.castillodechapultepec.inah.gob.mx y www.castillodechapultepec.mx
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