Eliminar autónomos, un autoengaño/Bryan LeBarón
El equilibrio
La Suprema Corte de Justicia de la Naciones el equilibrio de Poderes.
Son once individuos, togados, quienes aplican todos sus conocimientos para que el Ejecutivo y el Legislativo, en sus acciones, no rebasen, por ningún motivo, nuestra Carta Magna. Continuamente se recrimina al llamado tercer Poder, por corregir errores que originan la libertad o encarcelamiento de personas. Caso el de los once policías acusados por el Ejecutivo —la procuraduría– de ser “responsables” del siniestro de un centro nocturno en 2008. Los padres de las víctimas lamentan la resolución. Y sugieren una explicación de la Sala que emitió el fallo. Se olvidan que en éste se especifica y que los abogados saben que es correcto.
Indigna por supuesto que se dude de la independencia del total de los integrantes de la Corte, por la presencia de uno de ellos, el que acaba de llegar. Se utiliza como un camino fácil de argumentar para herir o crear desconcierto. Se olvidan, intencionalmente, que ese uno, no es más que eso: uno.
Los abogados, como todo mexicano capacitado, saben que nuestra máxima institución de justicia, no es agencia del Ministerio Público, ni mucho menos quien justifica o culpa. Mucho menos que presente acusación. Determina, eso sí, que los mandatos del Ejecutivo Federal, con base en las leyes que aprueba el Congreso de la Unión, no incurran, de manera alguna, en irregularidades en los procedimientos seguidos.
Eso es lo que hacen los togados, en sus dos salas o en el pleno. Son, para quien no lo sabe, cinco ministros en cada. Y las resoluciones se toman por unanimidad o mayoría. Igual sucede con la Corte, en donde los diez de las dos salas y el ministro presidente, en este caso don Luis María Aguilar Morales, de muy vasta experiencia jurídica, reúnen el quórum. También aquí por unanimidad o mayoría de un voto se aprueba la sentencia.
Causa risa a la mayoría, las demandas de quien obtiene fallos adversos y pide explicación a los ministros. Ellos ya la dieron y representa su independencia a lo escrito. No obstante, con el debido respeto, muchos de ellos gustan no sólo de hablar sino también publicar puntos de vista personales. Hay que recordar que el silencio es mejor que infundir rumores.