Escenario político
Los novelistas mexicanos
Con orgullo nos enteramos por la doctora Rosa Chávez Cárdenas del 45 aniversario del periódico Tzaulan de Sayula, Jalisco. En la casa de cultura ella, por tal motivo, ofreció una conferencia: “No es lo mismo cantidad que calidad de vida”. A su fundador don Federico Munguía, con respeto y afecto, un abrazo del decano del periodismo nacional, quien esto escribe. Hablemos en honor del semanario, de Juan Rulfo un genio de la literatura nacido también en aquellos lares.
La novela Pedro Páramo (1955), del escritor mexicano Juan Rulfo, es una de las obras cumbres del realismo mágico, nos confía la experta literata doña Crystal Harlan. Y presenta su argumento, que aquí compartimos. Previamente diremos que el escritor nació en Apulco, Jalisco, el 16 de mayo de 1917. Y falleció el 7 de enero de 1986, en la ciudad de México. Otra de sus obras El Llano en Llamas, también añadiríamos nosotros es el prototipo del acontecer del Siglo XX que aún en el futuro compartimos la advertencia con dolor. Sin que en la actualidad haya modificación alguna.
En la primera historia, Juan Preciado viaja a Comala, un pueblo en Jalisco, en busca de su padre Pedro Páramo para ajustarle cuentas. Su madre se lo pidió en su lecho de muerte. Ya en el camino se encuentra con Abundio, otro hijo de Pedro Páramo (pero luego se entera que en realidad fue el fantasma de Abundio). Una vez en el pueblo, descubre que está deshabitado pero lleno de fantasmas y voces de almas en pena. Él también se muere, pero sigue consciente, aún enterrado, como un fantasma más.
Conoce a otra mujer, Dorotea, enterrada en la misma tumba y conversan. Por los fantasmas que conoció mientras estaba vivo y las voces que escucha en la tumba, se entera de la historia de su padre Pedro Páramo, de su hacienda La media Luna, y del pueblo de Comala. Pedro Páramo era un hombre cruel, un mujeriego, un ladrón y un asesino. Su hijo Miguel era casi peor. Mató al hermano del padre Rentería y violó a su sobrina. Miguel se muere en un accidente de caballo. Juan aprende que Pedro sólo amó a Susana San Juan, una mujer que estaba loca.
Cuando Susana se muere, Pedro ya no tiene ganas de nada y abandona todo. Deja de cultivar sus tierras y despide a la mayoría de sus empleados. Es amenazado por los soldados cristeros por lo que les promete hombres y dinero, pero no cumple su palabra y matan a Fulgor, su sirviente.
Al final, reaparece Abundio y va a La media Luna borracho en busca de limosna para enterrar a su esposa, pero Pedro se niega a ayudarle y Abundio termina por matar a su propio padre. La novela se divide en 70 fragmentos que mezclan planos narrativos y temporales. Un plano narrativo es narrado en primera persona por Juan Preciado. Una vez que el personaje de Juan muere, nos damos cuenta de que lo narrado en las páginas anteriores era lo que contaba a Dorotea (la mujer con quién está enterrado).
Otro plano temporal narra en tercera persona la vida adulta de Pedro Páramo. Otro la de Susana. A veces no está muy claro quién habla o cuándo comienza un nuevo fragmento, y además hay muchos saltos cronológicos. Esta estructura desorienta al lector, pero es a propósito y una herramienta que emplea Rulfo para que el lector se identifique con la desorientación que siente Juan al no poder distinguir entre el mundo de los vivos y el de los muertos.
El habla popular y regional de México predomina en el diálogo, pero la voz del narrador en tercera persona es poética e incluye muchas descripciones de la naturaleza, en particular, la luna, la lluvia y la vegetación de Comala. También, resalta la parquedad y la sobriedad del lenguaje. Todos los personajes parecen sufrir de soledad. Pedro Páramo se queda solo. Nadie del pueblo asiste al funeral de la madre de Susana y tampoco al entierro de Susana, dado que casualmente llega un circo en esos días.
Al final, la Media Luna, la hacienda de Pedro Páramo, queda totalmente abandonada y el pueblo de Comala se convierte en un mundo aniquilado, pero lleno de fantasmas. Esta aniquilación de Comala también refleja un fenómeno socio-cultural de México del siglo. XX: la migración del campo a las ciudades, dejando muchos pueblos rurales y haciendas deshabitados. El Padre Rentería siente que ha pecado al presidir el entierro de Miguel Páramo, ya que éste mató a su hermano y violó a su sobrina. También peca al armarse al final para ir con los cristeros.
Otro ejemplo es cuando Juan se encuentra con una pareja de hermanos que viven como marido y mujer. La mujer dice: “¿No me ve el pecado?”. Agrega que está como lodo adentro por el pecado de acostarse con su hermano. Susana, quién no parece ser creyente, dice: “¿Y qué crees que es la vida, Justina, sino un pecado?” El padre Rentería no quiere criar a Miguel como cura, aunque su padre Pedro se lo propone, porque dice que tiene sangre de pecado. La ambigüedad es una característica muy común de la novela moderna. La vemos en lo difícil que es para el lector situar a los personajes a un lado u otro de esa frontera entre la vida y la muerte. Además, no se sabe si fue verdadera la relación que tuvo Susana con un tal Florencio (antes de casarse con Pedro) o si la ha imaginado. El pueblo está lleno de fantasmas.
El cuerpo de la mujer de la pareja incestuosa se descompuso, convirtiéndose en un charco de barro. Después de que el padre le susurra imágenes de muerte al oído de Susana, ésta se sienta en la cama y en un momento habla y muy de repente se muere, como si el padre le hiciera alguna brujería. Llega un circo el mismo día del entierro de Susana. (Este episodio recuerda al cuento «Un señor muy viejo con unas alas enormes» de Gabriel García Márquez en que el circo llega a un pueblo desolado, sin aviso, como si se cayera del cielo, y distrae a todos los residentes del ángel).