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MÉXICO, DF., 5 de julio de 2014.-La sala de Química de Universum, Museo de las Ciencias –ubicado en Ciudad Universitaria-, en breve estrenará un modelo tridimensional de dos metros de la molécula de ADN.
El objetivo primordial de este concepto museográfico, único en el mundo, es acercar la ciencia a la gente. En el caso de la Química, a través de pantallas, juegos y tiras cómicas los visitantes se percatan del uso cotidiano de esa disciplina, presente en alimentos, ropa y utensilios.
“La gente vive más y, en general, mejor gracias a ella”, señaló Benjamín Ruiz Loyola, de la Facultad de Química (FQ), quien consideró que se debe quitar la solemnidad que siempre acompaña a esta materia en los salones de clases.
Las áreas que conforman este espacio están distribuidas como si fuera una casa: baño, sala, cocina, recámaras, etcétera.
De lo general a lo particular, con explicaciones sencillas, los asistentes pasan por simulaciones de un jardín y de otras áreas de un domicilio para vincularlos con la química.
En un excusado gigante aprenden cómo funciona el papel de baño y por qué su composición permite arrojarlo directamente a la taza sin que haya complicaciones, lo que no aplica con otro tipo de papel, como el de cuadernos o libros.
Esta explicación se complementa con información escrita en paneles informativos colocados en las paredes. Además, los anfitriones, chicos que cumplen con el servicio social, recurren a videos, animaciones y juegos interactivos para ampliar las presentaciones.
Otro aspecto que se enseña a los visitantes en la sala de Química, es leer las etiquetas de los medicamentos. Desde el punto de vista de esta disciplina, aprenden el contenido de los fármacos y para qué sirven.
“No hay tanto problema con la fecha de caducidad, usualmente se calcula con un margen de entre cinco y 10 por ciento posterior a las indicadas; es decir, la mayoría de las medicinas puede consumirse un mes después, pasado ese lapso no es conveniente, por la descomposición. Donde hay que tener cuidado y ser estrictos es en el caso de los antibióticos”, explicó Ruiz Loyola.
Añadió que los ingredientes de uno de los más comunes, la aspirina, poco a poco se deterioran y de ácido acetilsalicílico cambia a ácido salicílico y ácido acético, agresivo para el estómago. Funciona aún como analgésico, pero puede acelerar problemas de úlcera, alertó.
Para el experto universitario, el propósito del espacio es mostrar cómo la química influye en la vida diaria a fin de evitar temor a esa disciplina, al que Ruiz Loyola llama “quimifobia”, originado por la obligación de memorizar más de 100 elementos y sus reacciones.
“En lugar de eso, se enteran que en la pasta de dientes hay aproximadamente 40 compuestos diferentes y cada uno sirve para una función distinta. Es una mejor forma de relacionar las cosas y así los niños son más receptivos a los elementos que encuentran en ese producto y en el enjuague bucal”, indicó.
Ruiz Loyola asesoró el contenido temático de este espacio y ha estado al pendiente de las modificaciones y ampliaciones desde hace seis años. Su colaboración es permanente, ya que fungió como coordinador del equipo académico y enlace con la Dirección General de Divulgación de la Ciencia (DGDC) que, junto con la FQ, participan en la composición de esta sala.
El especialista se dijo orgulloso del concepto de la sala, pues algunas de sus áreas han sido solicitadas para ser reproducidas en otros lugares del país.
Todo cuanto hay en ella (excepto los aditamentos electrónicos) es de diseño nacional, como el piso móvil formado por placas cuadradas, debajo de las cuales corren líneas de datos, electricidad e información.
Este espacio, sostuvo, se enlaza con otras áreas similares de Universum –que funciona desde hace 15 años–, que son renovadas constantemente. Esa modernización cuesta mucho dinero y el museo se mantiene de los ingresos de los visitantes; hay colaboración de patrocinadores, pero se deben cuidar los montajes y darles mantenimiento, así como innovar en diseño de equipos y exhibiciones.
La primera versión de la Sala de Química, de 400 metros cuadrados, comenzaba de forma tradicional, es decir, con el átomo, pero en 2008, a raíz del interés de los visitantes, iniciaron los cambios y la DGDC optó por renovar todo el museo, recordó.
Los contenidos académicos estuvieron a cargo de personal de la FQ, así como el guión museográfico, las fichas de información y demás textos.