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MÉXICO, DF, 19 de julio de 2014.- Cada año, los productores agrícolas sufren pérdidas millonarias por la afectación de las bajas temperaturas en sus cultivos. En el posgrado en Ciencias Bioquímicas de la UNAM, una joven investigadora estudia la resistencia de las plantas a bajas temperaturas, lo que podría permitir el desarrollo de semillas para cultivar plantas resistentes a heladas y nevadas.
De acuerdo a un comunicado de prensa, tan sólo entre noviembre y diciembre del año pasado, en Tamaulipas los frentes fríos afectaron más de 30 mil hectáreas de sembradíos, con una merma estimada en 300 millones de pesos, de acuerdo a reportes de la delegación estatal de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa).
Dora Luz Cano Ramírez, estudiante de la maestría en Ciencias Bioquímicas de la UNAM, indaga los mecanismos utilizados por las plantas para resistir bajas temperaturas, una línea de investigación poco explorada a nivel mundial.
En sus trabajos observó que los esfingolípidos, abundantes en la membrana de las células vegetales, funcionan como moléculas estructurales involucradas en la percepción de temperatura, así como señalizadores en el proceso de adaptación al frío. Así, las plantas modifican la composición y propiedades físicas de sus membranas celulares para sobrevivir a cambios climáticos.
A futuro, con la aplicación de este conocimiento básico los agricultores tendrían acceso a semillas para sembrar plantas resistentes a nevadas y heladas, con el fin de reducir daños en los cultivos sensibles al frío y evitar las pérdidas en la producción, comentó la galardonada con la beca Carl Storm International Diversity Fellowship.
Una helada es la ocurrencia de una temperatura del aire de cero grados centígrados (0°C) o inferior, medida a una altura de entre 1.25 y dos metros por encima del nivel del suelo. La congelación ocurre si el agua dentro de la planta pasa de líquido a hielo. Esto puede o no dañar el tejido, según la tolerancia adquirida o inherente de cada especie vegetal.
Un evento de esa naturaleza se convierte en congelación al formarse hielo dentro o fuera de las células vegetales, reiteró, y el deterioro ocurre si se dañan las estructuras membranales y se deshidratan las células, lo que conduce a su muerte, de acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés).
El grupo de investigación al que pertenece Cano Ramírez analiza la contribución de los esfingolípidos en distintas funciones estructurales y de señalización celular en las plantas en condiciones adversas, como el ataque de agentes patógenos o bajas temperaturas.
Con la asesoría de Marina Gavilanes-Ruiz, investigadora del Departamento de Bioquímica de la Facultad de Química, “estudiamos cómo las plantas son capaces de “sensar”, transmitir y adaptarse a cambios de temperatura en su entorno, lo que les permite sobrevivir a modificaciones climáticas”.
Se trata de conocer, con exactitud, el “cableado” desde el exterior de las plantas, hasta el núcleo de las células que las forman y lo que sucede en la membrana de estas últimas para adaptarse al frío. Los trabajos son necesarios para comprender el fenómeno y después aplicarlo en la industria y el campo, concluyó.