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De norte a sur
Finjamos que somos felices
Lo dice así, la monja del siglo XVII: “Finjamos que soy feliz, triste pensamiento, un rato; quizá podréis persuadirme, aunque yo sé lo contrario”…, así concluye ‘la peor de todas’, Sor Juana Inés de la Cruz.
Pues bien, vamos a fingir que somos felices; vamos a suponer que aquí todo está bien y que lo que pasa en política, en nuestra economía y en nuestra seguridad social y pública es producto de nuestra imaginación y, por lo mismo, los spots de gobierno y los discursos interminables e iluminados por el triunfalismo que dicen que vivimos en un mundo feliz, son verdad y nada más que la verdad. Está bien: Aunque sabemos lo contrario.
Por encima del panorama desolador en el que vivimos, y que es verdadero, está un pequeño atisbo de solución. La señal nos la dio el mexicano votante, no votante y anulistas del domingo siete pasado: la feria de las elecciones y su jugada.
Esto es: si el gobierno federal y los estatales o municipales tomaron nota, como también debieron hacerlo los diez partidos políticos y las instituciones de lo electoral, el mensaje de la mayoría es muy claro: ‘ya estuvo bien de sus abusos, sus engaños, sus mentiras, sus tracalerías’ a menos que quieran terminar en la ‘hoguera de sus vanidades’.
De los 83 millones de mexicanos que tenían derecho a votar ese domingo, tan sólo acudieron 40 millones; 43 millones, que hacen mayoría, decidieron no acudir al llamado de las sirenas para escoger entre los diez partidos y a sus candidatos a quiénes habrían de ser los responsables de gobernar o legislar.
Se supone que previo, cada partido político, o el jefe supremo de cada partido, escogió a sus candidatos entre lo más granado de su militancia; escogió a los hombres y mujeres que mejor representan a su ideología, a su doctrina y al ideal de país que quieren construir, dicen: Aunque sabemos lo contrario.
Así que a la vista de lo que había, 43 millones de electores decidieron no aceptar las reglas de este juego macabro; las reglas de un sistema político que excluye al ciudadano y que lo deja inerme frente a la decisión de unos cuantos para hacer gobierno.
Esto es: que los diez partidos registrados oficialmente ya no representan a la mayoría mexicana de 2015.
Y esto es que si bien hubo el rechazo pasivo de esos 43 millones de mexicanos, también hubo rechazo contundente y activo: el voto nulo.
El 4.7 de los 40 millones de votantes que acudieron a las urnas, anuló el voto. Esto es: 1 millón 900 mil 860 ciudadanos acudieron, pero para expresar su indignación y rechazar específicamente.
Por tanto, según este 4.7 por ciento de voto anulado podría ser suficiente para crear un partido político.
Absurdo, sí, porque el rechazo es a los partidos políticos, al gobierno y a la forma de gobierno. Pero no absurdo porque en el fondo lo que quieren es un cambio de sistema político, de sistema de partidos, de partidos políticos y de la forma de participación ciudadana: para hacer democracia.
Y ahí está el gran atisbo: ya estamos frente a una sociedad fastidiada con lo que hay y cómo se hacen las cosas: gobierno-partidos políticos-instituciones electorales, la trinca infernal en rechazo. Este tridente tendrá que revisar su actuación e integración si no quieren ser sorprendidos por la voluntad mayoritaria en 2018.
El otro atisbo e indicio de rechazo es el de los candidatos independientes triunfantes: esto es, que a pesar de todo y con todo, la gente comienza a darse cuenta de que fuera de los diez partidos políticos que nos cuestan millones y millones a todos, están otras posibilidades…
El candidato independiente de Nuevo León, Jaime Rodríguez Calderón, a quien gusta le llamen El Bronco, ganó al PRI de todas todas. ¿Por qué? ¿Es un mejor candidato a ser un buen gobernador? Nadie lo sabe aún, pero sí se sabe que lo que triunfó ahí fue el rechazo al partido tradicional y a los partidos que aprisionan a la democracia también.
El alerta por ahora es que estos candidatos independientes pueden ser representantes de intereses económicos, como fue este caso en el que los empresarios neoloneses apostaron a su candidato y ganaron: bien, pero los compromisos están ahí… En todo caso, el tema es el rechazo al estado de cosas y, con esto, los empresarios de esta entidad mandan una señal: no todo es color de rosa mexicano en el país.
Así que, las señales que mandaron los electores que crearon un nuevo mosaico de gobierno en la zona que eligió ese domingo siete es novedosa, como también que el PRI canta victoria, pero pírrica victoria si se ven los datos del rechazo; la composición del DF es asimismo un castigo contundente al PRD… Morena ya canta victoria, pero ningún partido habrá de hacerlo con vistas a lo que más ambicionan: 2018.
Así que, finjamos que somos felices, aunque sepamos lo contrario, y, por lo mismo, hoy sabemos que los mexicanos tenemos voz y voto, pero también formas de ordenar cambios. Si se entendió, bien: si no se entendió, ya se verá.