Jubileo 2025: Llevar esperanza a donde se ha perdido/Felipe de J. Monroy
Esta semana un diario de circulación nacional publicó los puntos clave de un reporte del Congreso de Estados Unidos, entre los cuales se deja ver que según su análisis “la violencia en México generada por los cárteles de la droga prevalecerá varios años más”.
Asimismo, dicho estudio afirma que “los gobiernos mexicanos ‘actuales y futuros’ continuarán enfrentando a las organizaciones trasnacionales del crimen organizado” y que “tomará años construir sólidas instituciones antes de que la violencia se reduzca marcadamente”.
Al margen de que algunos de los puntos de dicho informe puedan ser rebatidos, así como es pertinente cuestionar el momento político en el que el gobierno norteamericano decide hacer público dicho texto, no podemos sino concordar en que trae a la palestra un tema que debe valorar todo mexicano al acudir a las urnas.
Parte vital del futuro de nuestro país depende de que el próximo ocupante de la presidencia no siga la misma receta del actual sexenio o actúe con irresponsabilidad desentendiéndose del tema.
Por el contrario, necesitamos más que nunca un compromiso con la construcción de la paz. Este es un punto en el que el movimiento nacional Volver a Empezar y Enrique Peña Nieto hemos coincidido. Tanto en nuestro libro “Estrategia para la paz justa” como en su documento “Mis compromisos nacionales” se encuentran delineadas acciones clave para recuperar la tranquilidad de la sociedad mexicana.
Nos une el objetivo de combatir primordialmente los delitos que más impactan a las familias mexicanas, como los homicidios, los secuestros, las extorsiones y la trata de personas. Pero, sobre todo, hay una transformación profunda y de la máxima trascendencia que estamos impulsando: cambiar el enfoque de guerra por uno de paz, que no se centre en la fuerza de las armas, sino en la inteligencia y la educación.
Es además de la mayor importancia que la construcción de la paz no se emprenda por decreto presidencial o con base en decisiones unipersonales, basadas en el poder del Ejecutivo Federal, sino con el respaldo cívico de decisiones ampliamente consensuadas con todas las fuerzas políticas, sociales y económicas.
Por ello, desde ahora estamos impulsando una Concertación Mexicana que a todos suma, a todos convoca y a nadie excluye. El frente común contra la criminalidad debe ser mucho más que una frase en un discurso para poder cambiar la lacerante realidad que padecen millones de mexicanos. Por todo ello, lo que está en juego este primero de julio es más grande que un grupo político o un candidato. En el soberano acto de votar podemos avanzar hacia nuestra tranquilidad, nuestra prosperidad y, especialmente, superar divisiones y volver a unirnos como sociedad en la búsqueda de la paz.
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