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Escenario político
Tu misión en esta vida
Contrato sagrado es lo que venimos a hacer a este plano. La misión de esta vida. Aquello a lo que te comprometiste en el cielo.
Pero paradójicamente la grandeza no es deslumbrante ni tiene un gran poder plástico. Es sencillo, con la humildad de lo cotidiano, con un poder capaz de mimetizarse con las horas.
¿Recuerdas a que viniste a este plano de realidad? Probablemente no. A veces inclusive eludes pensar en ello, en el corazón de lo que le da sentido a todo, en quién eres realmente. Pero esa evasión real o inconsciente no cubre la verdad de la única pregunta que te importa: ¿para qué estoy aquí, en este plano de realidad, en esta vida?
Aunque no tienes la respuesta exacta sabes que tu misión en la tierra sólo tú puedes realizarla. Sabes, te lo confieses o no, que eres un ser único que nadie podrá hacer lo que tú prometiste en el cielo. Tu Contrato Sagrado no se emula o copia. Es único. Es como tú.
Y si no puedes recordar tu misión, ¿podrás cumplirla? Sí, porque a lo largo de la vida existirán diferentes guías para que no pierdas tu ruta. Son las siete maneras en que Dios o la Verdad se comunican contigo.
Una de esas voces es la naturaleza. Cada paisaje, fruto, piedra, animal o rama te transmitirá un mensaje silente que te generará ciertas certezas en tus decisiones y manera de percibir el mundo y lo que acontece. Se trata del consuelo al abrazar un árbol, la ternura que surge al admirar una pequeña flor, la libertad que captas en el viento y la perfección que percibes en la luz. Todo ello te recuerda que el mundo es perfecto. Y tú eres parte de él.
Tu propia felicidad y regocijo te llena de verdad y optimismo. Tus emociones son brújulas que te dicen que tomaste el camino correcto. Y lo mismo ocurre en la dubitación o pesadumbre. Todo es parte de una respuesta. Es lo que implica la conducta o decisión que asumes. La guía, la certidumbre, está en cómo te sientes. Esa es otra manera en que la Vida te ayuda a no olvidar tu misión.
Están también los sueños, a veces caóticos o incomprensibles, con mensajes velados. No puedes traducir el sueño con un libro. Debes hacerlo desde tu propia percepción: ¿qué mensaje subyace en esas figuras, diálogos a veces sin sentido, personajes no vistos o demasiado familiares?
La voz de los ancestros que ya trascendieron es otra forma de acercarnos a la certidumbre y recuerdo de quiénes somos y para qué vivimos, cuál es el sentido de nuestra vida en este momento. Hablar con los muertos es una práctica común entre quienes buscamos luz perpetua, aunque a veces no se confiesa esto.
Las coincidencias y milagros cotidianos son otra de las voces de Dios. Es la manera de decirte que nada es fortuito y todo obedece a un plano divino.
Las corazonadas o intuición son otras maneras en que nos hablan los otros planos de existencia y sabiduría. Finalmente, la remembranza de vidas pasadas o dejá vu nos recuerdan datos esenciales para no olvidar la misión que realizaremos en esta vida.
Y no. Ninguna misión es tan asombrosa como ser santo o héroe. A veces se trata de realizar trabajos muy humildes y no por ellos menos sacros, como recordarle a otros que tienen alas y pueden volar a donde quieran, que su corazón es tan grande como deseen, que las promesas se revisten de verdad, que la vida es maravillosa. A veces una sonrisa ante el espejo nos permite cumplir nuestro Contrato Sagrado. A veces necesitamos cantar, orar y amar para lograrlo…