Jubileo 2025: Llevar esperanza a donde se ha perdido/Felipe de J. Monroy
Se ha hablado tanto de la reforma migratoria y por tanto tiempo, que se da por hecho que todo mundo entiende y asimila el problema en su justa dimensión. Pero gran parte del estadounidense común y el paisano apasionado, no tienen una idea clara de justicia y derechos migratorios. Hacemos juicios partiendo de mitos que no tienen nada que ver con la realidad.
Para los inmigrantes la razón está condensada en una frase: “yo solo vine para tener una mejor vida”, lo cual consideramos suficiente para que un gobierno ratifique nuestra presencia casi en automático.
Hay argumentos que se alimentan de mitos que se han arraigado en la mentalidad del inmigrante, que llegan a considerarse como derechos inalienables. Oponerse es racismo o discriminación, y no necesariamente.
Algunos de estos mitos son debido a la inocencia o ignorancia, que en ocasiones rayan en lo ridículo. Insistimos que cualquier gobierno tiene la obligación de reconocernos legalmente al integrarnos en la actividad laboral de la iniciativa privada. Sería lo ideal pero no lo es.
Mitos que han quedado manifiestos en protestas y marchas en favor o en contra de la reforma migratoria que no ayudan a un entendimiento razonable. Por ejemplo: “América es para los americanos y todos somos americanos”, relacionando el nombre de un país con un continente. “La migra es inhumana al separar familias”, lo es, pero el origen de la separación familiar ha sido decisión del mismo migrante –independientemente de los motivos– y eso no tiene sustento legal. “Si pago impuestos merezco los beneficios de ciudadano”. Los impuestos son para dar servicios básicos al que todo mundo tiene acceso.
Los llamados anti inmigrantes tampoco tienen las justificaciones razonables y parten de la idea de que Estados Unidos y ellos mismos están bendecidos por Dios y que este es su edén. Así muchos se comporten como el mismo demonio, a sabiendas que las verduras y las frutas que se llevan a la boca han sido cosechadas por manos “ilegales” en su “paraíso”, como muchos otros servicios.
Se quejan de que les quitamos trabajos a los americanos cuando ni el güero más jodido o afroamericano (menos) quiere ni aguanta una hora de cosecha con esos salarios.
El trabajo del “ilegal” probablemente provenga del gringo más progresista y hasta humanista. De otra manera no se explicaría cómo nos hemos acomodado tantos paisanos en los centros de trabajo. Claro, hay estadounidenses y extranjeros, incluidos de nuestra raza, a quienes les gusta sentirse superiores y tener a un grupo social subyugado para su beneficio y explotación.
Barack Obama en su discurso “I have a Dream” migratorio, en realidad expuso a los mega derechos migrantes y a los oponentes testarudos, donde ambas partes pecan en base a mitos y no en realidades.
En el estire y afloje se llegará a una decisión más política que humanitaria; y más social que civil. Se va a dar categoría de existencia para que salgamos de las sombras y declaremos impuestos para ser reconocidos socialmente. Y si nos portamos bien nos irán dando gradualmente los derechos civiles y políticos.
Pero, como lo planteó Obama, si acaso calificará la mitad de los 11 millones de indocumentados, y de esos un buen porcentaje ni va a presentar solicitud porque nunca ha existido para autoridad alguna, ni siquiera en sus lugares de origen.
¿Por qué no vamos a calificar o aplicar los 11 millones? Porque muchos no pagan impuestos, o faltó a alguna ley “moral” estadounidense y eso lo sabe Obama, por eso exigió una inclusión que no podemos cumplir. También están los que no tienen ambición ni de aprender una pizca de inglés –en la agricultura no debería de ser requisito–. Y para justificarse recurren al “aquí estamos y no nos vamos, y sin nos echan nos regresamos”. Vivir en las sombras como siempre se ha hecho, el anonimato resulta cómodo.
Pero los que interesan no son mito y sí una realidad cruel, que siendo familias establecidas con hijos, pagando hipoteca, impuestos, superándose a base de estudios y trabajo fuerte, con buena conducta moral estén cayendo en redadas bajo la administración de Obama. Familias donde hay miembros que no tienen papeles, y aunque de manera irregular han vivido en la sombra el sueño americano, por méritos propios y por haberse colado por tanto tiempo y comportarse como ciudadanos normales, es inhumano separarlos.
Es como deportar a Obama a Kenia porque hay quien tiene dudas sobre su lugar de nacimiento, su esposa y sus hijas se queden en USA. Para después salir con “¡uups!, se me chispotió, fue sin querer queriendo, pero ya ni modo”.
Por lo mismo, la reforma migratoria debería basarse en familias o de gente productiva que tenga una conducta normal. Esa sería una justa dimensión de derechos humanos y civiles.
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