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Juego de ojos
AMLO en el auditorio
Una de las percepciones más temidas por los contendientes en procesos electorales, es la creación de una especie de opinión generalizada de inevitabilidad de la victoria del opositor.
Si una percepción como esa inicia, crece, se consolida y hace impermeable al beneficiario de cualquier probable daño, salvo la de una gran fatalidad, sus adversarios de mayor y menor peso, incluso coligados, poco podrán hacer.
Lo menciono en relación con la sesión, seguida segundo a segundo por los cuartos de guerra de una decena de precandidatos y sus equipos de precampaña, que tuvo lugar este domingo en el Auditorio Nacional, encabezada por Andrés Manuel López Obrador.
La precampaña del PRI, con el candidato que sea, parece estar en problemas: control de daños, propuesta general de gobierno, inclusión y la disciplina de partido estuvieron presentes en el acto encabezado por el político tabasqueño.
Ricardo Monreal “se queda” se informó y fue ratificado por el zacatecano horas después vía redes sociales; todos deben trabajar sin mezquindades “7 meses o menos 8 meses “como diría el clásico” -bromeó AMLO quien citó a José Martí cuando el escritor cubano sugirió a todos los patriotas de su época preocuparse por la utilidad de su función revolucionaria y no por la calidad de su cargo, lo cual es curioso asumiendo que López Obrador no realizó ningún tipo de planteamiento revolucionario el día de ayer; se presentaron ejes de gobierno, por supuesto generales, con una invitación a participar y los asistentes al Auditorio Nacional …hicieron lo planeado y previsible.
Aprobaron a mano alzada y unánimemente el proyecto sexenal delineado para el periodo 2018-2024.
Por primera vez, un candidato de izquierda reúne tres condiciones antes inexistentes actuando simultáneamente: baja aceptabilidad del PRI, debilidad del otro agrupamiento menguado por escisiones y fugas generalizadas y, por si fuera poco, una ventaja importante a menos de ocho meses de la elección presidencial.
Está en el aire lo que los operadores y comunicólogos del PRI temieron tanto: la impresión inicial de la inevitabilidad del triunfo del político tabasqueño.
Está ausente, por ahora, la probabilidad de una victoria coincidente con una coalición amplia de un gobierno progresista en la medida en que, como todos sabemos, enfrentaremos una elección con tres polos, en tercer lugar el del frente, en los dos primeros, Morena y la coalición o alianzas que encabece el PRI.
En ausencia de aquella coalición de mayoría absoluta detrás de AMLO, en probable escenario de su victoria electoral, el futuro primer mandatario estaría obligado a negociar con una fuerza opositora mayoritaria en el congreso a partir de septiembre de 2018.
Estaría obligado a lo que hoy sería un tabú, a reconocer virtudes en las fuerzas en las que hoy no encuentra ninguna.
confianzafundada.mx