Teléfono rojo/José Ureña
Madrugar al bocón
Por: Salvador Guerrero Chiprés
En estos días, antes de concluir la semana, habrá nuevas evidencias del contraste entre habilidades políticas y demostraciones arrogantes de poder entre líderes de dos naciones y sus equipos políticos.
Alcaldes de al menos dos naciones se reunirán a partir del jueves en el norte de nuestro país y se demostrará que las capacidades de la diplomacia y la articulación política binacional son mayores de lo que ya se pensaba y que se crecen ante la adversidad.
No solamente han sido invitados alcaldes de México y Estados Unidos a la reunión promovida por la Secretaría de Relaciones Exteriores, sino también actores de primer nivel de la vida económica y social.
Las capacidades para trabajar en tres frentes al mismo tiempo tendrán que ser reconocidas: de inmediato y bajo presión ante el gabinete designado por el presidente estadounidense; respecto de las grillas internas que no hallan manera de desacreditar el mérito de las capacidades de trabajo en la emergencia exhibidas por el Canciller Marcelo Ebrard y , esta es la novedad, de realizar la preparación de un foro de reflexión y decisiones para situar, en cualquiera que sea su valor, la andanada de la cabeza del gobierno estadounidense.
El conflicto generado entre el gobierno de Estados Unidos y el mexicano, desatado por la pretensión de reutilizar el tema migratorio con México como eje de campaña reeleccionista de Donald Trump, abrió posibilidad de proyección de un discurso nacionalista elaborado y responsable en el gobierno mexicano.
El equipo de Ebrard, quien convocó ayer a una “morningera”, muestra estamina e inteligencia estratégica central para el gobierno de México e ilustra al resto del continente de modos de enunciar y actuar ante Trump.
La asociación positiva de la reivindicación mexicana de valores de líderes históricos de Estados Unidos y de México, la reivindicación de un diálogo de capacidades en oposición a la simpleza de la confrontación beligerante confrontación no quita, con todo, algún mérito de verdad a la afirmación que hizo Trump en el sentido de que el gobierno mexicano no ha establecido claramente su responsabilidad en el control de la frontera del sur del país.
Es parte del debate y la controversia.
Al menos eso se presenta desde la opinión de innumerables pasillos de integrantes de cúpulas empresariales, liderazgos altos y medios de organizaciones profesionales, de periodistas serios y no tanto.
Para otros segmentos, por supuesto con diversos volúmenes y variaciones, el discurso del presidente Andrés Manuel López Obrador, en lo que va de la tensión presente con el gobierno estadounidense tiene todas las cualidades de una lectura política cautelosa.
Se halla históricamente bien sustentado y ha sido presentado con habilidad, con firmeza intelectual.
Ya ha provocado acompañamiento de auténticos seguidores, de librepensadores que decidieron simpatizar y de algunos que han aprovechado la oportunidad para crear cercanía donde había un abismo de distancia con un mandatario contra quien hicieron todo antes de que lo fuera y para que no llegara a serlo.
El conflicto permitirá relanzar la reelección de Trump para la audiencia del norte, relocalizar en la actualidad una noción de nacionalismo diplomático en nuestro territorio y reposicionar liderazgos que causan envidia en el gabinete nacional.
La agenda hemisférica tiene hoy dos voces: la de la prepotencia y la de la habilidad. Esperamos que la segunda pueda “madrugar”, o sorprender -si se me permite el juego después de la “morninguera” de que habló Ebrard- a la primera.