Poder y dinero
La revuelta
A partir del 1 de enero, el incremento de los combustibles en México generó una fuerte inconformidad y malestar social, que en pocas horas derivó en un fenómeno que es común en algunas regiones latinoamericanas, pero no en nuestro país, la protesta social derivó en algunas zonas, principalmente en el Valle de México, en una aparente “revuelta popular” de manifestaciones violentas de saqueos y pillaje en centros comerciales y gasolineras, y bloqueos carreteros e instalaciones de Pemex.
La organización “espontánea” de esta revuelta fue convocada y organizada a través de redes sociales que lograron movilizar a grupos diversos urbanos, con perfiles juveniles y de sectores populares, hasta donde se tiene información de las autoridades que han consignado a más de un millar de detenidos in situ.
Durante décadas, los especialistas en tecnología y muchos utopistas sostenían que las noticias en línea serían un aliento para la democracia, lo cual no ha sucedido porque hasta el momento la intersección entre la tecnología y la actividad política sus resultados no han sido muy alentadores para los sistemas democráticos en el Mundo.
El desarrollo de las redes en Internet están siendo plagadas de gente y de intereses en las que predominan las noticias falsas y las mentiras, pero además las redes sociales más populares como Facebook en el mundo político no se ha limitado a la diseminación de noticias falsas, sino también en su impacto y resonancia. La red social escoge cuáles actualizaciones aparecen en la parte superior del servicio de noticias del usuario y cuáles no lo hacen.
No se necesita reflexionar demasiado, escarbar muy profundo, incluso acudir al Oráculo de Delfos para saber de las motivaciones que están atrás de la revuelta organizada en las redes sociales por algunos grupos de presión y de facciones de organizaciones políticas que quisieron hacer demostraciones de “músculo” y hacerse presente en el escenario electoral del 2017 y empezar a hacer “rounds de sombra” para la lucha presidencial del 2018.
El debilitamiento de la imagen presidencial agudizada por la suma de factores como el complejo entorno internacional en la que prácticamente se modifica la geopolítica mundial, por el arribo a la Casa Blanca de un líder neopopulista de ultraderecha, agudizará el pobre crecimiento económico interno y exacerbará las tensiones políticas que exigen un gabinete que evite una crisis generalizada y resuelva el el tortuoso manejo de su política externa e interna y de comunicación política, y frenar la fraternidad de virreyes estatales en que se han convertido algunos gobernadores que buscar sacar raja para sus intereses personales y de facción.
Resulta paradójico que la poderosa estructura que conformaban los gobernadores priistas, de la cual EPN echó mano para recuperar la Presidencia de la República en el 2012, perdió funcionalidad y eficacia, y han metido al partido en una crisis que no parece fácil revertir, aunque la dirigencia priista decidiera enviar a la picota a un grupo de ex gobernadores acusados de utilizar los recursos públicos de manera discrecional y de un escandaloso enriquecimiento personal y familiar.
Por su parte, la cofradía blanquiazul conformada por 11 gobernadores estatales, anunciada en el seno de la CONAGO, han hecho un pacto de unidad para resolver los problemas comunes de sus entidades, lo cual es legítimo y plausible, pero no deja de generar dudas de los intereses que defenderán en un escenario en la cual los intereses nacionales estarán de por medio el futuro independiente del país.
Por ello, sería muy oportuno que las redes sociales utilizadas en la revuelta social contra los gasolinazos y otros combustibles que derivó en muchos casos en saqueos y pillajes revelara cómo, quién creo los contenidos, quiénes lo envió y cuánto puede influir en la movilización de la población participante. Por desgracia, Facebook, la red social más popular, ejerce un control total sobre el acceso a estos datos por parte de investigaciones independientes. Es como si las tabacaleras controlaran el acceso a todos los registros médicos y de hospitales.
A solo unos días después de las elecciones presidenciales norteamericanas, un reportaje de BuzzFeed News publicado por The New York Times, difundió que un grupo de jóvenes en un pueblo de Macedonia operaron más de cien sitios web a favor de Trump llenos de noticias falsas. En uno de esos casos, citando fuentes anónimas del FBI difundió que Hillary Clinton debiera ser procesada, se compartió más de 140.000 veces en Facebook y probablemente lo vieron millones de personas, ya que cada vez que algo se comparte lo ven potencialmente cientos de usuarios.
Desde entonces la red social más popular en el mundo Facebook ha estado en el epicentro de ese debate, pues algunos analistas independientes en EU, siguen acusando a la empresa de inclinar a algunos votantes a favor del presidente electo Donald Trump mediante artículos erróneos e incorrectos que se difundieron rápidamente a través de la red social.
En los últimos 20 años, internet ha rebasado al periódico y a los noticieros nocturnos con una variada selección de fuentes de información, que incluye revistas electrónicas bien fundadas, con verificadores de información que sacan los trapitos al sol y los tres conocidos de tu club social y tu grupo de Facebook.
La teoría comunicacional dice que una mayor variedad de fuentes de noticias debe ser el baluarte de una era racional: “el mercado de las ideas”, como le llaman sus adeptos.
Sin embargo, los psicólogos y otros científicos sociales han demostrado reiteradamente que cuando la gente tiene ante sí distintas opciones informativas, rara vez actúa como autómata racional de mentalidad cívica. En cambio, nos vemos movidos por preconcepciones y sesgos, y por lo general hacemos lo que nos parece más fácil: llenarnos de información afín a nuestras ideas y evitar información opuesta o crítica a la nuestra.
Este es el entuerto que los gobiernos y los estados nacionales democráticos no han podido resolver con el manejo de las redes sociales. Las tentaciones autoritarias poco sirven y solo fortalecen a las teorías de la conspiración, y las empresas de verificación de noticias falsas se vuelven un problema en un paisaje noticioso en el que las opciones son casi infinitas. Así que preparémonos para movernos dentro de un infierno de redes que puede atraparnos y despertarnos sorprendidos como le sucedió a la mayoría de los ciudadanos del mundo la noche del 8 de noviembre, cuando se informó que el denostado candidato republicano era el nuevo inquilino de la Casa Blanca.