
Visión financiera
Del despiporre intelectual 11 (once)
Carlos Ravelo Galindo, afirma:
En referencia al día de San Juan el Bautista y el agua debemos
reconocer, que el clima a nuestro alrededor, cambia de un día a otro,
de un minuto a otro.
Sin avisarnos por escrito.
Tal parece que nos bañan con piedad o sin ella, las Nubes que
nos hacen inclemente nuestro día cuando estamos afuera, pero
también nos influye cuando estamos adentro.
Es algo con lo que la humanidad siempre ha tenido que lidiar.
Prepárate. Paraguas, gabardina, zapatos. Y calma. Mucha calma.
Debemos considerar que las inundaciones, se deben a nuestro
descuido con la basura.
Y no culpar, como de todo a las autoridades.
Estas Nubes, las nuestras, contribuyen a calmar los ánimos.
El humorismo de Ledezma, sin embargo, baja de tono en otras
ocasiones, sin perder su inevitable matiz satírico
-Muchacho, lleva este apunte
a Don Blas el de “La Selva “,
y dile que lo devuelva
después de que lo trasunte.
-Ya entiendo: llevo a Don Blas
este papel y le digo
que lo devuelva conmigo
después de untárselo atrás.
Fue también un malabarista ortográfico, como lo demuestra la
correspondencia que se suscitó entre él y Ramón del Valle, cuando
este otro ingenioso humorista le envió la siguiente cuarteta laudatoria:
A Samuel (Luis G. Ledezma)
Samuel (coma) voto a tal
que tus versos todos juntos
son magníficos (dos puntos)
muy buenos (punto final)
A Ramón Valle
Leí con (admiración)
y al ver tu rima preciosa
(coma) me dije Ramón
(punto y como) pero son
buenos mis versos o es cosa
de sueño (interrogación)
La respuesta no me callé
El autor de aquella letra
(otro punto y como) Valle
(nueva coma) así lo impetra
Este vate de mal talle
Tonto (coma) rudo (etcétera)
De los disparates gusto
con mis versos repulsivos
y (entre paréntesis) justo
son duros como incisivos
(otra coma) causan susto
y charla (puntos suspensivos)
Con que así diga el autor
del ingenioso cartel
que encuentra de halagador
cuando emborrona papel
tan rústico trovador
como el estulto.
De Antonio Plaza.
Ningún poeta mexicano, incluidos Manuel Acuña, Amado Nervo
y Ramón López Velarde (para citar sólo a los que más se han
acercado a la veneración popular), logró adentrarse en la sensibilidad
del pueblo, convirtiéndose en cantor de sus grandezas y miserias, de
sus virtudes y sus vicios, de sus altanerías y de sus frustraciones
como Antonio Plaza.
Ninguna voz poética más viril que la suya para zaherir al
poderoso, para maldecir al perverso y defender al humilde.
Su verdad, como acertadamente ha observado Rubén M
Campos, quema como gota candente de plomo sobre carne viva.
Su poesía, corrosiva y caustica, solda o amputa, absuelve o
condena, según el grado del mal en cada organismo y en cada
espíritu, sin que el poeta se preocupe del efecto, lo que le ganó el
amor al pueblo.
En muchas ocasiones hemos oído a un obrero, aun chofer de
taxi, a un fígaro de barriada, a una mariposilla irredenta o a un militar
inválido y desencantado de sus servicios a la patria, declamar de
memoria Antonio Plaza, algunas veces sin conocer sin conocer
siquiera la procedencia de los versos.
Y que el pueblo prohíje la voz de un poeta, que la haga la suya y
que como tal la transmita a los demás, es un fenómeno que se ha
producido en la historia de la literatura mexicana en honor de muy
pocos: Sor Juana, El Negrito Poeta, Guillermo Prieto, Luis G.
Ledezma, y en la actualidad Renato Leduc.
Pero no solamente la poesía de Antonio Plaza, sino también su
vastísima producción festiva, son ya hijas del sentimiento popular.
La selección que de él presentamos, por lo consiguiente, de lo
menos que puede dejarnos satisfechos es de su novedad:
Una autobiografía Heroica
El éxito no fue malo
tuvo siempre sus olores
y volví pisando flores
con una pata de palo.
Epigramas
Dijo la niña Isabel:
cuando con Juan se midió:
-No somos iguales: él
tiene un dedo más que yo.
Mariquita, ella tan viva,
una noche resbaló,
y aunque cayó boca arriba
el vientre se le inflamó.
Y ¿cómo es el diablo, madre?
Dime, para entretenernos.
-Es viejo, feo y con cuernos.
-No sigas: ese es mi padre.
Iban a matar a un chivo
y Cenobio lo evitó.
su mujer le preguntó:
¿Para qué lo quieres vivo
cuando es inútil así?
El dijo entonces: “Señora,
lo que hago por él ahora
mañana lo harán por mí.
Doña Manuelita Ocio
un pleito tiene enredado;
pero no encuentra abogado
que le mueva su negocio.
Lindos pies te han dado Dios
Bien mereces otros dos.
Hicieron guarda de aduana
marítima a Juan Castillo,
y a poco su bella hermana
resultó con un chiquillo.
Él, muy enojado, pronto
quiso matar al trofeo;
Pero ella le dijo: ¡Tonto!
¿Quieres perder el empleo?
Ya no ejerce el doctor Lario:
¡eso si es humanitario!
Algunos epitafios
Isabelita Meneses,
siendo tan pobre y tan bella,
al cielo se fue doncella
pues murió a los quince meses.
La hermosa doña Ventura
descansa aquí boca arriba,
porque cuando estaba viva
le gustaba esa postura.
El chapucero Canuto
Hace un año aquí llegó
Pagó a la tierra tributo….
-Fue lo único que pagó.
El Burócrata Dorantes
Aquí reposa, como antes.
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