
El predial talón de Aquiles municipal
Marihuana, al fin se abrirá el debate
A Juan Sánchez Herrera lo aprehendió la policía en una redada callejera. Estaba fumando marihuana con sus amigos. Él señala que no tenía más que un porro en la bolsa de su pantalón, con lo cual no rebasaba el volumen de 28 gramos que son permitidos en la Ciudad de México como posesión legal de la sustancia.
Existen testigos que decía la verdad, pero su defensa fracasó y fue vinculado a proceso y enviado a un reclusorio en la capital del país, acusado de delitos contra la salud, en la modalidad de narco menudeo y posesión de sustancias ilícitas.
Tiene casi un año de que fue detenido y aún no recibe sentencia. Su vida se acabó de un plumazo, por un proceso ‘legal’ que su defensa considera un atropello.
Pero la historia de Juan es repetitiva. De las casi 500 mil personas que han sido sujetas a proceso en los últimos ocho años en diversas zonas de la República por delitos contra de la salud, alrededor del 75 por ciento fueron sujetas a investigación por posesión de marihuana, muchos de ellos sólo por consumo.
El secretario de Turismo, Enrique de la Madrid Cordero, abrió este jueves la caja de pandora, al pronunciarse a favor de la legalización del consumo, producción y venta de marihuana, por lo menos en zonas turísticas del país, en donde se han incrementado hechos violentos por parte de la delincuencia en relación al control del mercado de narcóticos.
El consumo de marihuana en México data de tiempos inmemorables. Durante décadas los consumidores pudieron inhalarla sin ningún problema legal y digamos ni siquiera de salud pública.
En los tiempos de la presidencia del general Lázaro Cárdenas se empezó a analizar el problema de la adicción de las drogas desde el punto de vista médico, no de persecución policiaca.
A fines de los años treinta del siglo pasado y en las tres décadas posteriores era común ver a hombres y mujeres fumar marihuana en las calles de diversas ciudades de nuestro país, sin que fueran sujetos a procesos legales.
Sin embargo, la preocupación de Lázaro Cárdenas del Río por la salud de los consumidores de drogas lo llevó a instalar en algunas clínicas del sector salud, consultorios en donde los adictos a diversas sustancias eran tratados médica y psicológicamente, lo cual incluía que el estado les suministrara sustancias como morfina o heroína para no dejarlos morir, al tiempo que los sometía a tratamientos.
El problema para los consumidores de droga surgió cuando en la década de los setentas, el gobierno de Estados Unidos determinó a nivel mundial que era necesario atacar el consumo de drogas por los estragos que causaban en la salud.
Así, por un acuerdo con la Casa Blanca, nuestro país cambió radicalmente su enfoque hacia la producción y consumo de drogas, que se volvieron delito. El estado mexicano pasó a un enfoque exclusivamente policiaco del problema, se olvidó la raíz del mismo, como es la prevención del consumo y la atención médica a los adictos.
Surgió de esta manera el gran negocio para los criminales, al volverse ilegal la producción y hasta el consumo de enervantes, los delincuentes encontraron una mina de oro, no sólo para el traslado de su ‘producto’ hacia Estados Unidos, sino para la atención de la creciente demanda interna.
Como he mencionado, el consumo de marihuana siempre ha existido en México, pero no representaba un problema de salud pública. En cierta etapa de los años ochentas, los cárteles de Medellín, liderado por Pablo Escobar Gaviria y de Cali, de los hermanos Rodríguez Orejuela, descubrieron que en el mercado mexicano podría crecer más el consumo de otras drogas, no sólo de marihuana.
Acordaron con sus ‘socios’ mexicanos que parte de los cargamentos de heroína y cocaína que trasladaban desde Colombia hacia suelo mexicano para que fueran enviados a Estados Unidos, serían parte del pago a las mafias mexicanas y estas empezaron a alentar el consumo en nuestro país de sustancias más destructivas que la simple y ancestral ‘mota’.
El ansia de ganancias excesivas hizo que los cárteles mexicanos empezaran a vender en nuestro país cocaína colombiana altamente adictiva y mortal, combinada con sustancias como raticida. La cocaína que empezó a circular en nuestra nación tenía demasiados ‘cortes’ (mezcla con otras sustancias), lo que hizo que el precio del polvo se abaratara y dejara de ser una sustancia para adinerados.
La venta de drogas se convirtió en un negocio súper millonario para un grupo de delincuentes, que con la comercialización de marihuana y de otros enervantes empezó a financiar la compra de armas para cometer delitos de alto impacto, como el secuestro, la trata de blancas y la extorsión. La gran tragedia en materia de seguridad social que vive nuestro país en estos momentos se deriva de ello.
Para el Estado mexicano el problema de las drogas es exclusivamente policiaco, cuando en realidad se avanzaría mucho más si se trata médicamente a quienes dependen del consumo de drogas para vivir.
La Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) ha publicado recientemente su Informe del 2017, esta es su encuesta número 20 sobre la producción y tráfico de cannabis a escala mundial.
En años anteriores, el informe ha intentado cuantificar la cantidad de cannabis cultivada en cada país productor en la última década. Constantemente se ha colocado a Marruecos en primer lugar, seguido de México y Paraguay. Marruecos cuenta con 47 mil hectáreas de cultivo de cannabis, seguido por México con 15 mil.
En nuestro país, la venta de marihuana genera ganancias estratosféricas no medibles con exactitud que se van directo a las cuentas de los narcotraficantes. En Estados Unidos, la legalización de la producción, distribución y consumo de la sustancia genera empleos, ganancias a empresas establecidas e impuestos para el gobierno: esa es la gran diferencia
Seguramente surgirán las voces que se desgarren las vestiduras para condenar la propuesta de Enrique de la Madrid. Considero que el señalamiento del titular de la Sectur debe ser valorada para que todos los grupos sociales externen su punto de vista, los pros y contras en torno al tema.
Desde mi punto de vista, la producción, venta y consumo de marihuana no deben ser penalizados, sobre todo cuando en la Unión Americana crece el número de estados en donde todo esto es legal. Es contradictorio que en México sea ilegal, cuando nuestro vecino lo permite. Nosotros ponemos los muertos y la violencia generados por quienes lucran con una actividad ilegal para surtir al mayor mercado mundial de adictos que es Estados Unidos.
El problema de la adicción a las drogas debe ser tratado desde el punto de vista médico y no policiaco, militar o jurídico, insisto. Más dinero a la prevención y al tratamiento de enfermos y menos a fuerzas de “seguridad” o no habrá solución al problema.