LA COSTUMBRE DEL PODER: 200 mil pesos

01 de noviembre de 2012
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1:15
Gregorio Ortega

La guerra presidencial a los barones de la droga abarató el precio de la vida, debilitó o nulificó valores civiles, éticos y morales.

Baratas, desde el punto de vista pecuniario, le salen las pifias al Ejército; no ocurre lo mismo con su imagen, pero a pesar de los abusos y de los daños colaterales -para no llamarlos asesinatos-, los “verdes” conservan el respeto de buena parte de la sociedad, aunque el miedo podría ser la reacción adecuada a la presencia de los militares en las calles.

Luego de leer y releer la nota de Gustavo Castillo García, de La Jornada, sólo queda reflexionar si la vida tiene un valor económico o si ésta es invaluable. Evoco la manera en que he sido testigo de la negociación de padres de familia ante los prebostes de las compañías de seguros, cuando por accidente fallece alguno de sus hijos, y caigo en la cuenta de que para muchos sí, efectivamente, la vida tiene un precio, adquiere su verdadera dimensión el dicho: de lo perdido, lo que aparezca.

Es el libre mercado, pues, todo se vende, todo se compra, todo puede tasarse en pesos y centavos, incluso la vida de los seres queridos, y ésta le sale barata a la Secretaría de la Defensa Nacional, institución que -escribió el reportero Gustavo Castillo- ha pagado más de 14 millones de pesos de enero de 2007 a abril de 2012, por 85 casos de violaciones a los derechos humanos y homicidios cometidos por efectivos del Ejército.

La nota de La Jornada es inequívoca en su interpretación: “De acuerdo con información obtenida mediante solicitudes de información pública, la institución ha pagado en promedio 200 mil pesos por reparación del daño moral o decesos en los cuales hayan estado involucrados militares. Sin embargo, en agosto de 2009 entregó un millón 750 mil pesos por la incautación de un camión que transportaba quesos, e inicialmente la carga fue confundida con droga.

“Entre los hechos donde se menciona que existió indemnización, se encuentra el asesinato de cinco personas y tres que resultaron heridas debido a que en junio de 2007, 19 militares que participaban en operaciones contra la delincuencia organizada en Sinaloa abrieron fuego contra una camioneta en la que viajaban cinco mujeres, tres menores de edad y dos hombres adultos, el asunto se ha conocido como caso La Joya”.

No hay que darle muchas vueltas. Otra de las consecuencias de la guerra presidencial contra los barones de la droga, quizá la más grave, es la reversión o debilitamiento de ciertos valores éticos, civiles y morales que -en un Estado cuya salud pública, en el concepto de Saint-Just, debiera ser orgullo de sus gobernantes- necesitan ser inalterables, porque dan cohesión social, favorecen la confianza en las instituciones y fomentan la creación de riqueza y el pago debido de los impuestos.

Hoy, México es un caos, donde una equivocación en la que se pierde una vida, puede remediarse con 200 mil pesos, pero también donde una vida que los criminales decidieron que debe perderse, desaparece por nada o por un puñado de dólares.

Como dijo el filósofo de Guanajuato, José Alfredo Jiménez: la vida no vale nada.

QMX/gom

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