Libros de ayer y hoy/Teresa Gil
Un atisbo de esperanza
Acabamos de leer ‘Los miedos’ de la escritora Teresa Gurza. Todos sus ejemplos, de veracidad sin duda, nos aterran. Porque dejamos, a los que dicen gobernar, ponerlos en práctica.
Es cierto, como ella lo expone, que el problema más grande que tenemos que superar, es el miedo. Los miedos, en plural, en la vida del pueblo, son graves. Nos dice.
Debemos reconocer, sin embargo, que algunas cosas en la vida son más valiosas de lo que pensamos que son.
Por ejemplo las maravillas que nos ofrece la naturaleza y que van más allá de nuestro propio asombro: el mar, las montañas, el cielo ilimitado. Y Las Nubes.
Luego están los sentimientos y emociones que dan forma a nuestras vidas y bienestar.
Algunos pueden ser positivos. Otros negativos.
Pero en última instancia, todos ellos forman parte de la realidad de nuestra existencia. Por eso debemos mencionarlos.
Y como apuntamos al principio son:
LA ESPERANZA. UN ATISBO. Lo más valioso que tenemos con nosotros.
LA LENGUA. Herramienta más valiosa para comunicarnos.
YO PUEDO. Dos palabras más potentes.
ORACION. La comunicación más poderosa.
LA FE. Nuestra posesión más preciada.
AUTOCOMPASION. La emoción más inútil.
AUTOESTIMA. La posesión más preciada.
ENTUSIASMO. El más contagioso de los espíritus.
LA SONRISA. El adorno más hermoso.
LIDERES DEDICADOS. Las especies más amenazadas.
LA JUVENTUD. El recurso natural más grande.
VALENTIA. Nuestra mejor cualidad.
TRANQUILIDAD. El medicamento más efectivo para dormir.
EXCUSA. La enfermedad más incapacitante.
EL AMOR. La fuerza más poderosa de la vida.
LA MENTE. El más increíble de los computadores.
AYUDAR AL PROJIMO. El trabajo más satisfactorio.
Aseguramos que estas palabras dicen verdad.
Pero como advierte doña teresa, el problema más grande que tenemos que superar, es EL MIEDO. “Los Miedos”, dice ella en su comentario que compartimos, con permiso de ella:
‘MIEDOS’ Teresa Gurza.
“A todos los miedos que ya teníamos los mexicanos:
Miedo a la muerte, a la vejez, a morir entubados, a perder independencia personal y a no poder valernos por nosotros mismos.
Miedo a no saber si nuestros seres queridos regresarán con vida, cuando salen de la casa a trabajos o escuelas.
Miedo a la inseguridad y a que familiares y amigos tengan que enfrentar una muerte violenta como ha pasado a tantos conocidos; o a ser balaceados sin qué ni porqué, en alguna carretera; como sucedió este miércoles, a una familia de Monterrey en el puente Pharr de la vía internacional a Reynosa.
Miedo a tener que abandonar el hogar y el pueblo por la violencia; y a ser asaltados en autobuses y combis.
Miedo a la policía, a los retenes militares y policíacos y a los feroces guaruras de funcionarios y ricos.
Miedo a no tener dinero para curar a nuestros hijos, a que los violen parientes cercanos, profesores o sacerdotes, como ha ocurrido con cientos de niños mexicanos y 547 alumnos del coro católico de la Catedral de Ratisbona, Alemania, que dirigía Georg Ratzinger hermano del Papa Emérito Benedicto 16.
Miedo a que alguno de nuestros niños fallezca a causa de las mordidas de perros de dueños irresponsables, como pasó este miércoles en Coyoacán a una niñita de tres años atacada por pitbulls; o a que se les caiga el techo de la escuela porque no hay para componerlas, como en la Primaria Miguel Serrano de la Ciudad de México; mientras “aviadores” ocupan 44 mil 500 plazas de maestros, cobrando cinco mil millones de pesos cada año.
Miedo a no conseguir trabajo o a ser despedido.
Miedo a que nuestros jóvenes no alcancen lugar en la UNAM.
Miedo a que no se dé la milpa.
Miedo a alguna explosión cohetera o huachicolera.
Miedo a las golpizas, humillaciones y malos modos de maridos, que aterran a más del 62 por ciento de las mexicanas.
Miedo a Trump, a su muro, y a lo que pueda hacer con el Tratado.
Miedo a que siga siendo el dinero, lo que rifa en las elecciones.
A todos esos miedos, y a los particulares de cada quien, debemos ahora agregar el miedo a salir a carretera cuando llueve; no vaya a ser la de malas, y caigamos en alguno de los muchos socavones que se han abierto en las carreteras mexicanas “por culpa del agua”.
Y a pasar el “mal rato” que para el secretario de Comunicaciones y Transportes Gerardo Ruíz Esparza, significa el dolor de la familia Mena que perdió el mismo día en el socavón del Paso Exprés, al padre y a uno de sus hijos, que deja huérfanos a dos pequeños de tres y cinco años.
A través de los medios sabemos casi todo sobre el hundimiento en la vía que nos libra de pasar por Cuernavaca; y que al hundirse de repente, exhibió una vez más la corrupción de empleados públicos del más alto nivel y de los empresarios que cobraron dos mil 143 millones de pesos por solo 14 kilómetros y medio de una carretera que hicieron mal y con materiales chafas y garantizaron por únicamente 200 millones.
Pero no es el único socavón de la semana, ni del mes, ni del año.
En la carretera entre Ensenada y Tijuana, un hoyo casi se tragó un camión revolvedor de cemento.
En la Ciudad de México, hay cuando menos 20 socavones; entre ellos, el de Río Consulado, el de la calle Eduardo Molina que ocasionó la interrupción del servicio del Metro en dos estaciones de la Línea 5; y dos en la avenida Medellín, de la colonia Roma.
Hay siete socavones en el Valle de Chalco; y 18 en vías de Ecatepec, algunos en colonias como Fuentes del Mezquital, la Manga, Norberto Ortega, Palo Verde y Olivares y en el fraccionamiento El Esplendor; hágame usted favor, el nombrecito.
En la carretera Pinotepa Nacional-Carretero, un enorme socavón impide el tránsito hace semanas.
Nada más nos falta que se nos vaya por un socavón el gozo de haber detenido y extraditado, al ex gobernador de Veracruz Javier Duarte; y que terminado el show, se nos vaya a Londres junto a su esposa Karime, porque se le acusó de haberse robado mil 800 millones de pesos, pero los inteligentes y eficientes fiscales de la Procuraduría, solo han encontrado “pruebas” para poder hacerle cargos, por poco más de 38 millones».