Alfa omega/Jorge Herrera Valenzuela
Lula, México y los vaivenes de la justicia
Según el gran jurista romano Domicio Ulpiano, justicia es dar a cada quien lo suyo ¿Pero que es lo suyo de cada quien se preguntan algunos y quien es el que lo decide? Algunas religiones simplifican las cosas al señalar que la justicia es un atributo que otorga su dios. De tal manera que el cielo que se ofrece a los justos, es parte de esa justicia retributiva que da el padrino divino llamado dios. En la mitología griega Némesis, la diosa de la venganza – a quien se señala como la madre de Helena aquella que causó tantos estragos en Troya-, era también la diosa de la justicia retributiva. Una buena madrina para los griegos. El juez Moro que libró la orden de aprehensión contra Lula tiene un parapeto especial de padrino, nada menos que el estado, frente a un Lula desvalido porque solo tiene un pueblo cuya soberanía es apabullada. Tal como lo sostiene aquí la Constitución el pueblo es el titular, dueño de la soberanía, y así es en todos los países, pero ¿que es la soberanía para los que usurpan un poder y se escudan en la palabra justicia de acuerdo a su interpretación del derecho? La justicia es un concepto tan movible que José Antonio Meade considera justo que los ex presidentes sigan teniendo su costosa pensión y anexos, por los servicios que él dice que prestaron al país. Pero esa justicia no la extiende al campesino de un campo abandonado que nos hace volver los ojos al extranjero en demanda de granos vitales. Ni tampoco alcanza esa justicia de Meade al trabajador que da parte de su vida por 88 pesos al día, alrededor de 32 mil pesos al año, frente al millón setecientos mil pesos que el ahora candidato ganaba anualmente en Hacienda. O justicia en un caso fuera de toda calificación, los 12 millones 400 mil que ganó la candidata de la llamada coalición Por la CDMX al Frente, Alejandra Barrales, por ingresos en 2017; más de un millón de pesos mensuales.
EL GRAN ULPIANO NO OBTUVO JUSTICIA CON SU MUERTE
Domicio Ulpiano vivió en el siglo tres de nuestra era y está catalogado entre los grandes juristas universales, de los que nos nutrimos en códigos civiles y en la cobertura de otros, aunque la justicia no siempre toque a nuestras puertas. La frase que ha trascendido está reducida de otra más larga: “Es la constante y perpetua voluntad de dar a cada uno su propio derecho”. El concentraba en tres puntos la vigencia del derecho: vivir honestamente, no dañar a los demás y dar a cada quien lo suyo. Ulpiano fue un hombre prolífico y se sabe que casi la tercera parte del Digesto de Justiniano fue obra suya con aporte de 3 mil citas, de las 9 mil que tiene ese compendio jurídico que se expande a toda la humanidad. Pero la sabiduría de Ulpiano y sus conceptos que han llegado hasta nosotros, no les gustaban a muchos y dicen que fueron sus propios compañeros y otros, que fueron soldados, los que lo degollaron en la presencia del emperador Alejandro Severo. El Digesto es una obra monumental que fue ordenada por el emperador Justiniano casi tres siglos después de la muerte de Ulpiano, con el fin de reunir las más importantes tesis jurídicas de la época. La recopilación duró tres años y se fincó en siete partes con 50 libros que han sido reeditados a lo largo de los siglos infinidad de veces. En el se fincan la mayoría de los conceptos civiles -familia, obligaciones, contratos, etcétera-, que privan en los códigos de todo el mundo con los añadidos del código napoleónico. El concepto justicia ha aparecido reiteradamente en los últimos días, tras la agresión sufrida por Lula, sin que haya pruebas reales, fincadas contra él. El brasileño sostiene que cree en la justicia y que por ello creó un partido; de otra manera hubiera hecho la revolución. Por el contrario, Lenin, Zapata, Villa. Castro y otros grandes revolucionarios buscaron la justicia en una revolución. Todos fueron en su momento agredidos. Eso significa que la justicia tiene caminos diversos, pero siempre es difícil. Ulpiano lo supo demasiado tarde, porque siendo adalid de la justicia, murió de la manera más injusta para su grandeza.