El concierto del músico/Rodrigo Aridjis
Congruencia en el nuevo gobierno, ¿bajo presión?
Las conferencias mañaneras en las que el presidente Andrés Manuel López Obrador responde a la agenda que se marca –sin ninguna modestia– entre el mandatario y los periodistas, encuentra la salida a los problemas nacionales y la aspiración presidencial del combate a la corrupción en la nueva realidad mexicana a partir del primero de julio y luego a partir del 1 de diciembre 2018.
No se casa con sus ideas cuando los periodistas lo increpan y aportan pruebas de la corrupción que se perfila en el nombramiento de funcionarios en áreas tan sensibles como el Consejo Nacional para la Ciencia y la Tecnología (Conacyt) cuando señalan ante la opinión pública que dos funcionarios que se nombraron sin que cumplieran con el perfil.
López Obrador, sin miramientos, dio marcha atrás en el nombramiento de David Alexis Ledesma, y de Edith Arrieta, quienes en el primer caso no concluyó una carrera de Comunicación para ocupar una subdirección en el área mencionada y la otra, quien había sido designara subdirectora en el área de la transformación genética en el organismo Cibiogem, por su experiencia en el trabajo con campesinos organizados, pero se ostenta como licenciada en Moda.
“Esto ya no es posible”, aclaró al referirse a premiar a quienes participaron en la campaña presidencial, como era antes, que a la toma del nuevo gobernante pagaba las facturas que le presentaban a sabiendas de que había cuotas de poder que había que cubrir con los que se fletaron en la promoción del voto y otras actividades, en las que se pudo notar la influencia de Claudia Sheinbaum, la jefa de gobierno, que informó que la “modista” trabajó con ella en la delegación –ahora alcaldía- de Tlalpan.
Ledesma fue descubierto porque en su declaración patrimonial expuso que estudia comunicación y trabajó como editor del portal del periodista Genaro Villamil, recién nombrado también en el gabinete presidencial en el área de medios estatales, única experiencia en el periodismo para ocupar una importante subdirección de medios en el Conacyt. Hasta la mitad de la semana dejaron de figurar como funcionarios. No le tembló la voz a López Obrador para anunciarlo.
También respondió que el recorte en la administración pública, que ya alcanza miles de personas, respondió con sencillez que los que dejaron la administración pública podrán contratarse en la iniciativa privada, aunque en la respuesta quedó un vació que no explica cómo se van a generar las nuevas plazas por parte de los empresarios privados, que recibieron un revés con la disminución presupuestal de las estancias infantiles.
Aunque nadie pone en tela de juicio que hasta ahora la estrategia para combatir al crimen es la adecuada y en algunas encuestas de los principales medios se mantiene por arriba de 80 por ciento de popularidad, todavía no se despeja la duda de cómo se resolverá la protección personal del Presidente de la República que acaba de tomar la decisión de visitar Badiraguato, Sinaloa, cuna del más célebre narcotraficante, Joaquín El Chapo Guzmán, justo el día que la autoridad judicial de Estados Unidos lo declaró culpable de diez cargos por lo que tendrá pena perpetua.
La experiencia reciente que dejaron los tristemente célebres ex presidentes Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón Hinojosa y Enrique Peña Nieto, es que las reacciones de la delincuencia organizada son impredecibles y podrían poner en entredicho la seguridad personal de López Obrador, quien ha dejado ver un dejo de superficialidad cuando lo cuestionan sobre la conveniencia de que mejore su seguridad personal. Es muy confiado AMLO, pero hay coincidencias de todos los observadores que esa postura es hasta irresponsable.
Por lo que toca al debatido tema de las estancias infantiles, hay llamados de la ciudadanía a López Obrador para que no cancele el programa, que si bien mostró irregularidades en el pasado, podrían mejorarse los mecanismos, para evitar que las madres de familia sin recursos se queden sin la ayuda que les había funcionado.
Es válido el argumento de combatir la corrupción en el programa que atiende a los menores de cero a tres y cuatro años, para que los recursos lleguen directamente a los beneficiarios, los padres de familia, pero ¿qué tal que ocupan esos recursos para cubrir otras necesidades?, pues se trata de personas de escasos recursos. Miles de trabajadoras de las estancias están a un peldaño del desempleo.
¿Qué hacer para que el nuevo gobernante federal recurra al sentido común –el menos común de los sentidos, sentenció él mismo– para que atienda todos estos temas que a simple vista figuran en la agenda de la problemática nacional?
¿Qué se requiere para que la voluntad de acabar con la corrupción atienda los detalles de los problemas sociales sin dejar de atender la economía nacional, la macroeconomía para mantener a raya la inflación con las libres determinaciones del Banco de México, que para eso está? Y la deuda multimillonaria de Petróleos Mexicanos, que heredaron los neoliberales, ¿cómo se descifrará?
Los problemas del país requieren de un presidente López Obrador con la cabeza fría y las decisiones muy, pero muy reflexionadas, bien pensadas. La bolita está en el lado de los sesudos asesores, que tienen la obligación de hacerse oír para que cumplan su objetivo primordial.
Una pregunta de aprendiz: ¿seguirán difundiéndose las ‘renuncias’ de más ‘funcionarios’? Lo más probable es que sí. Sin lugar a dudas.