Lilia E. Cárdenas Treviño, líder social y promotora cultural
MARYPAZ MONROY V., Especial para Quadratín México
CIUDAD DE MÉXICO, 8 de junio (Quadratín México).– Para Dafne y Andrew tener un coeficiente intelectual arriba de 130 puntos, “es algo muy normal”. Ella a sus 10 años estudia la carrera de psicología y él de 17 años, dentro de poco se graduará como médico.
Ambos son menores de edad y forman parte del millón de niños sobredotados que se calcula existen en México. Sus sobre capacidades intelectuales, a decir de los dos, no los hace sentir diferentes al resto de los niños, pues según ellos es una “simple diferencia individual”.
Dafne terminó la primaria a los seis años de edad, la secundaria a los siete, la preparatoria a los ocho y actualmente, además de saber inglés y cursar la universidad, estudia francés y piensa que es “una niña normal”.
La pequeña, quien es parte del tres por ciento de la población infantil mexicana con sobre capacidad, fue diagnosticada a tiempo con un coeficiente intelectual alto, mismo que aprovecha para aprender “más rápido” y lograr las metas que se impuso.
En las instalaciones del Centro de Atención al Talento (Cedat), a donde acuden al menos 200 niños con el mismo coeficiente que Dafne Almazán Anaya, externó su satisfacción por haber cumplido sus retos uno a uno.
“Una persona sólo puede ser feliz si hace lo que le gusta”, aseguró, por eso la pequeña quien se calificó como una niña feliz corre y juega con muñecas, luego de su clase de psicología por aula global en el Tec Milenio.
Por la tarde en el Cedat, Dafne estudia filosofía, historia, francés, taekwondo y también toca piano, dibuja y pinta al óleo además le agradan los juegos de mesa, la natación, la gimnasia y el ballet.
La pequeña de 10 años de edad, tiene como reto terminar su carrera profesional de psicología, hacer un doctorado y estudiar derecho o nanotecnología.
Pese a su edad, está consciente de su responsabilidad, por ello piensa que es momento de esforzarse y tomar con seriedad sus estudios para lograr sus metas, “soy niña y tengo tiempo de prepararme”, dijo al tiempo que sonreía.
Por su parte, Andrew Almazán Anaya, autor del perfil y diagnóstico del niño sobre dotado en México, a sus 17 años de edad es el director del Departamento de Psicología del Cedat, y también está consciente de la responsabilidad social que tiene la juventud en el futuro del país.
Consideró que tanto niños como jóvenes deben prepararse de la mejor forma para aplicar sus conocimientos en un futuro y hacer aportes científicos a la humanidad, y prueba de ello es el estudio que realiza para desarrollar un nuevo tratamiento con nanotecnología contra la diabetes mellitus.
Andrew, quien de momento no piensa en el noviazgo, llevó a cabo la investigación “más grande que ha habido en el mundo” acerca de la sobrecapacidad con más de 400 niños, pues consideró que es necesario rescatar al cien por ciento de los pequeños sobredotados del país.
El joven psicólogo y futuro médico, interesado en las áreas de la neurociencia y educativa, desde hace dos años se dedica a trabajar de lleno en el tema de la sobre capacidad intelectual, ya que “es una rama muy olvidada”.
A él como a su hermana Dafne, le gusta tocar el piano, pintar y el taekwondo, pero le preocupa el 95 por ciento del millón de niños con alto rendimiento intelectual, que son diagnosticados con Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad, lo que implica, dijo, que se pierda y no se cristalice ese gran potencial.
De acuerdo a las investigaciones realizadas por Andrew, en el Distrito Federal hay aproximadamente 150 mil niños con alto coeficiente, mientras que en el país son cerca de un millón, de los cuales 950 mil se pierden por un mal diagnóstico o porque no recibieron atención en el tiempo adecuado.
Pese a lo que se cree, los niños sobre dotados necesitan apoyo profesional para que los guíen, pues su sola capacidad no es suficiente para desenvolverse por sí mismos, pues de no recibir atención, el cerebro de estos pequeños puede atrofiarse y tener una regresión que provoque se desperdicie ese talento.
Andrew, quien ante la demanda de atención a estos pequeños fundó el Cedat junto con su padre, el médico cirujano, Asdrúbal Almazán Meléndez.
“El niño prodigio mexicano” como también ha sido calificado, consideró que “ser sobredotado no es ser un bicho raro que vive aislado”, pues aclaró que sus capacidades no limitan la relación con los demás.
Enfatizó que en México hay muchas oportunidades de desarrollo, solo hay que esforzarse, buscarlas y aprovecharlas.
El Centro de Atención al Talento, formalmente se fundó en 2010 y cuenta con una planta de 40 especialistas con licenciatura, maestría y doctorado en materias como química, física, matemáticas, astronomía, paleontología, historia de la filosofía y lógica, entre otras.
El director general, Asdrúbal Almazán con maestría en ciencias y en educación, explicó que tanto los profesores como los niños, son seleccionados mediante pruebas psicométricas, además deberán tener un coeficiente intelectual de más de 130 puntos.
Refirió que un niño sobredotado es aquel que a los seis meses de edad ya habla y mucho, antes del año corre, en la escuela avanzan rápido y se aburren pronto; observadores, hiperactivos, competitivos y que leen a los tres años, entre otras características.
Aseguró que la población de los niños sobredotados es más grande de lo que se piensa, por ello dijo que es importante que tanto autoridades educativas como los padres de familia se comprometan en su atención para desarrollar más sus capacidades intelectuales.
El Cedat es un esfuerzo de la sociedad civil y de los padres que mes con mes apoyan con sus recursos y es el único centro en México que brinda ayuda a los pequeños para evitar la pérdida de capital humano que el país necesita.
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