Visión financiera/Georgina Howard
A seguir la lucha del EZLN
Hace 23 años indígenas del sureste de la República conmovieron a México y sorprendieron al mundo al iniciar una rebelión contra el gobierno, encabezado entonces por Carlos Salinas de Gortari. Bajo la consigna de “Ya Basta”, quienes se dieron a conocer como integrantes del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), muchos de ellos sin armas o con rifles de madera, se enfrentaron al ejército mexicano en una lucha iniciada, principalmente, contra los efectos del neoliberalismo y la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte que debió entrar en vigor el primero de enero de 1994. Hoy, el ejemplo puesto en alto por los nativos de Chiapas, llama a seguir la lucha, de manera pacífica, con los mismos enemigos y aprovechar que Donald Trump, el presidente electo de los Estados Unidos también se ha manifestado en contra del TLCAN.
El grupo armado de indígenas mayas, de los pueblos tzetzal, tzotzil, chol y tojolabal, dirigidos por el subcomandante Marcos, ocupó en esas fechas varios municipios Chiapanecos y daban a conocer su “Declaración de la Selva Lacandona” en la que hicieron referencia a sus múltiples luchas a través de la historia de 500 años en que ha tenido que enfrentar a extranjeros y a enemigos internos en defensa de que ya no se saqueen las riquezas de la nación, de justicia y democracia.
Se refirieron a lo que llamaron “dictadura” del Partido Revolucionario Institucional y llamaron, hace dos décadas, a millones de mexicanos a sumarse a la lucha que pretendió ser minimizada con los llamados Diálogos de San Cristóbal y luego Los Acuerdos de San Andrés Larráinzar que nunca se han cumplido. Ahora la realidad ha empeorado: México se vende cada vez más al capital extranjero, mediante supuestas reformas estructurales que sólo dan resultados en contra; la pobreza se expande; el hambre, es el instrumento asesino favorito de los que dicen gobernar. Y aquellos que hace cuatro lustros lucharon a nombre de tierra, alimentación, vestido y techo; por una sociedad mejor y en paz, observan que cada día estamos peor.
Con la diferencia de que ahora las protestas tienden a generalizarse a causa de la llamada liberación al precio de los energéticos: la gasolina y el diesel; la corrupción que es bandera de la alta burocracia política; la inseguridad, que afecta a todos; y la impunidad que, junto con otros males, se han apoderado del país. Todo ello siempre con el escenario de la represión a las luchas sociales de distintos sectores inconformes con las prácticas económicas neoliberales que únicamente han generado pobreza, cuyo número en los primeros dos años de la actual administración creció con dos millones de mexicanos más, al pasar de 53.3 millones a 55.3 millones de personas, es decir, del 45.5 por ciento al 46.2 por ciento, en tanto que, según el CONEVAL, la pobreza extrema se redujo, aunque marginalmente.
Con el año nuevo que inicia el panorama es sombrío. Aunque los “gurus” de la economía que se formaron en escuelas del extranjero predominantemente estadounidenses o en las filas del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) aseguran que el incremento a los combustibles no es inflacionario, la verdad es que enero amaneció con incremento de precios en todos los megacentros comerciales y tiendas de barrio, con anuncios gubernamentales de que subirán las tarifas –otra vez— eléctricas, en algunos estados las del agua privatizada, el transporte público…Tan sólo en lo que respecta a los alimentos, organizaciones campesinas aseguran que los costos de producción de maíz se incrementarán hasta un 80 por ciento, lo que va a repercutir en productos como la tortilla, que ya se vende en Chiapas a 15 pesos el kilogramo. Por ese rumbo va la leche, debido a que los insumos para producirla se venden en dólares cuya cotización ha destrozado al pesos mexicano. De la carne, ni hablar, su precio por kilo rebasa los dos salarios mínimos diarios de 80.04 pesos.
Sí, no cabe duda que si 2016 fue un año difícil el que comienza parece que será de terror económico y social –como ya se observa—. En lo político, se anticipa elecciones sucias en el Estado de México, Coahuila y Nayarit –a celebrarse este junio— al igual que las presidenciales del primer domingo de junio de 2018, en las que habrá de participar, si no sucede otra cosa, por tercera ocasión Andrés Manuel López Obrador. Por lo pronto, se acaba de confirmar que por acuerdo del EZLN y de 66 grupos étnicos, México contará con su primera candidata presidencial de origen indígena a más tardar en mayo próximo, además de que se conformará un Consejo Indígena de Gobierno que ayude a sacar de la crisis al país con el ejemplo –aunque no triunfen ellos—de aprender a gobernar obedeciendo. La información proveniente del sureste mexicano destaca que tras una consulta decembrina en comunidades de 25 estados determinaron expulsar de sus territorios a los partidos políticos que, sin distinción, siempre los han dividido y confrontado. Otra vez, son nuestros pueblos originarios los que dan el ejemplo.
DESDE EL CENTRO
Conforme se acerca la fecha para que Donald Trump tome protesta como presidente número 45 de los Estados Unidos, aumenta el miedo de que sean deportados de ese país miles de indocumentados mexicanos… Igual preocupación hay entre sectores mexicanos por las amenazas del empresario estadounidense de acabar con el TLCAN… Servicios y contribuciones subirán casi 4 por ciento en la Ciudad de México; esto comprende actas del registro civil y verificaciones de autos… La presidenta de Chile, Michelle Bachelet, anunció que su Gobierno trabaja para conseguir «el reconocimiento constitucional» de los pueblos indígenas, como parte de un conjunto de medidas para resolver el conflicto con los mapuches en La Araucanía…El PAÍS informó que en los últimos 10 años han desaparecido más de 100 lenguas; otras 400 están en situación crítica, y 51 son habladas por una sola persona. Cada 14 días muere un idioma, según la Unesco. De seguir así, la mitad de las siete mil lenguas y dialectos que se hablan hoy en el mundo se extinguirán a lo largo de este siglo. Y cuando muere una lengua no se pierden solo las palabras, sino todo el universo cultural al que daban forma: siglos de historias, leyendas, ideas, canciones transmitidas de generación en generación que se desvanecen “como lágrimas en la lluvia”, junto a valiosos conocimientos prácticos sobre las plantas, los animales, los ecosistemas, el firmamento. Un daño comparable a la extinción de una especie.