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CIUDAD DE MÉXICO, 22 de enero de 2019.- Es probable que la creciente fragmentación de la criminalidad en México se convierta en uno de los retos de seguridad más apremiantes para el presidente Andrés Manuel López Obrador, según un análisis de InSight Crime.
Según la fundación dedicada al estudio del crimen organizado, esto, en tanto los grupos emergentes que carecen de una organización clara incursionen en actividades criminales más violentas y se vuelvan más difíciles de perseguir.
“Las líneas de comunicación, las interacciones entre los miembros de los grupos y sus relaciones con el Estado apuntan en direcciones diferentes”, así lo señala Eduardo Moncada, profesor de Ciencias Políticas del Barnard College, quien fue consultado por InSight Crime.
El análisis Continua fragmentación de la criminalidad en México estimula la violencia señala que las autoridades mexicanas —con el apoyo del gobierno de Estados Unidos— han recurrido durante muchos años a la “estrategia de capos”.
Lo último consiste en arrestar o matar a los líderes de las organizaciones criminales del país. Estrategia que se ha mantenido en el tiempo, propiciando una criminalidad cada vez más fragmentada y violenta, que no ha podido ser controlada por las autoridades.
El profesor asociado de la Universidad de Essex, Brian Phillips, asegura que “se ha evidenciado un cambio en las operaciones de los carteles, pues ellos se han dado cuenta de los beneficios de operar de manera menos jerárquica”.
El experto en crimen organizado puntualiza que “las crecientes presiones —por parte de las autoridades— los han llevado a operar más bajo el radar y con un mando y un control menos claros”.
El análisis de InSight Crime subraya que la evolución y la creciente fragmentación de la criminalidad en México plantean serios desafíos de seguridad.
“Mientras que los grandes grupos criminales jerárquicos de antes se dedicaban sobre todo al narcotráfico, las actividades criminales como la extorsión, el secuestro y el robo de petróleo se están volviendo muy lucrativas para los grupos más pequeños que no cuentan con los recursos necesarios para ejecutar el tráfico de drogas a gran escala”.
“La violencia es contraproducente para el negocio de las drogas, pero existen grandes incentivos para usar la violencia extrema cuando se participa en otros crímenes como la extorsión y el secuestro, o cuando se pelea con grupos rivales”.
Debido al estado de la criminalidad en México, Parker Asmann razona que es posible que las alianzas entre los grupos cambien de manera rápida, lo que hace más difícil rastrear entre estos, y en última instancia, reducir su poder.
“Estas organizaciones son menos estables hoy en día, sus estructuras no incentivan a sus miembros a permanecer en ellas por largo tiempo, y estos no tienen ningún motivo para seguirles siendo leales”, afirma Cecilia Farfán-Méndez, investigadora del Centro de Estudios sobre México y Estados Unidos en San Diego (San Diego’s Center for US-Mexican Studies), de la Universidad de California.
La fundación dedicada al estudio de la principal amenaza a la seguridad nacional y ciudadana en Latinoamérica y el Caribe, el crimen organizado, advierte: “si López Obrador no adopta una estrategia de seguridad bastante diferente a la de sus predecesores, la violencia en México puede seguir aumentando, a medida que la fragmentación de la criminalidad del país lleva a los grupos criminales a alejarse del narcotráfico para incursionar en otras actividades ilegales violentas”.