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CIUDAD DE MÉXICO, 31 de octubre de 2016.- El dios azteca de la lluvia, Tláloc ‘perdonó’ a las más de 100 trajineras que, inmóviles sobre la plancha del Zócalo, buscan un rastro de agua para poder andar, como ánimas, por los canales de aquella civilización que hoy se llama Ciudad de México: Tenochtitlan.
La noche de este lunes, la fuerte lluvia que se registró sobre al menos ocho delegaciones, evocó sobre la Plaza de la Constitución, donde yacen esas trajineras con motivo del Día de Muertos, una laguna, o los canales más vivos de aquella época.
Al pie de las embarcaciones, su reflejo duplicó la luz que las acompaña en su camino, despegando de la realidad y por instantes, los ojos de las visitas que apreciaron las trajineras y a sus hermanas ánimas escondidas sobre el cemento que fungió como espejo.
Quienes pasaron por ahí, vieron de cerca el ritual mortuorio que lleva cada pequeña nave de la ofrenda Canto al Agua.