Contexto
¡Viva 2021! ¡Vivan las elecciones! ¡Muera el ateneo neoporfirista!
México no sale de la pandemia cuando ya entró al proceso electoral del año próximo. Contagios y muertos pasan a segundo plano entre gritos, sombrerazos, claxonazos y desplegados. El Olimpo de la comentocracia mexicana convoca a frenar a la 4T que amenaza destruir lo construido por la democracia.
Analistas, escribidores y periodistas, como Enrique Kruaze, Héctor Aguilar Camín, Soledad Loaeza, Julio Frenk, Jorge Castañeda, Enrique Serna y muchos otros, defienden la democracia ante la deriva autoritaria que lucha por eliminar los contrapesos y la separación de poderes.
Desde Jalisco, López Obrador celebra la discrepancia; desata el debate y reparte adjetivos descalificativos a sus respetados malquerientes. Los nietecitos de Porfirio Díaz son faltos de honestidad intelectual, según el presidente, cuando afirman que él es un peligro para México y convocan a una alianza ciudadana, de pena ajena, subraya, para que en 2021 las urnas sean dique de contención que nos proteja de los arrebatos transformadores del inquilino de Palacio, cuando en realidad pretenden recobrar los privilegios de su paraíso perdido.
Los acusa de simuladores; de haber callado cuando hubo fraudes electorales; de ser cómplices beneficiarios del neoliberalismo rapaz; de dar pena con tal nostalgia…
Celebra, que las diferencias se ventilen, pero más celebra que los bandos se definan para que el pueblo sabio y bueno, decida qué prefiere, si a los intelectuales orgánicos, hipócritas, clasistas, racistas, conservadores, defensores de corruptos sinvergüenzas, o la austeridad republicana, honesta y valiente, que vuela en clase turista.