Mujeres mexicanas memorables (8)
El crimen organizado opera en la capital del país y Mancera se resiste a admitir lo evidente.
Las autoridades lo niegan sin recato, pero desde hace bastante tiempo el crimen organizado opera en la capital mexicana, aunque procura no hacer mucho ruido porque sabe que no es bueno “calentar la plaza” con acciones criminales -como se le dice en el argot delincuencial al acto de capturar la atención-, y así evitar las maniobras directas de las fuerzas policiacas.
El problema es que los políticos parecen estar ausentes de la realidad, y se han especializado en asumir posturas más propias de los avestruces, que de los seres humanos; es decir, andan rápido, pero finalmente son torpes y aviesos para reaccionar.
Una y otra vez el jefe de gobierno de la ciudad Miguel Ángel Mancera ha insistido en a la ciudad de México no han llegado los Zetas, ni el Cártel Jalisco Nueva Generación, ni el Cártel de Sinaloa ni cualquier otra de esas finísimas personas que tienen aterradas a otras urbes y poblaciones del país desde hace casi una década.
Una de las recientes pruebas de la existencia y accionar de las bandas del crimen organizado en la ciudad de México, es el cadáver de un hombre con huellas de tortura, con una máscara de Halloween y envuelto con vendas, que fue colgado durante la madrugada de este lunes, en un puente vehicular en la zona oriente de la capital mexicana.
Este tipo de prácticas, que suelen servir para que las organizaciones del crimen se envíen avisos de advertencia -y también como formas de ajustar cuentas-, suelen ser algo de todos los días en muchos estados del país, que ya forman parte del mapa de la violencia.
En algunas zonas de Tamaulipas inclusive, a este tipo de ejecutados se les llaman “piñatas”, para evitar mencionarlos por su nombre.
En la capital, sin embargo, es la primera vez en que aparece un asesinado de esta inusual manera. El cadáver fue colocado en el puente “La Concordia”, y captado por los transeúntes y automovilistas desde las 5:30 horas de la mañana; los bomberos no pudieron retirarlo sino hasta dos horas después, cuando incluso ya numerosos niños que eran llevados por sus padres a las escuelas de la zona, lo habían observado pendiendo.
El colgado aparece hoy como un signo ominoso de que el crimen organizado no es una suposición ni “un mito genial” -parafraseando a Pedro Aspe, un economista mexicano que aseguró que la pobreza en México no existía-, sino se ha vuelto una realidad en la metrópoli capitalina de más de 20 millones de habitantes, si se toma en consideración la zona conurbada.
Hasta hace tiempo, la ciudad parecía una especie de oasis muy distante de las cotidianas balaceras y asesinatos que estremecen y ensangrientan otras regiones del país.
La brutal espiral de violencia incontenible que sacude a México desde hace más de 9 años y que, según un informe reciente de la Organización de las Naciones Unidas, ha dejado una estela de unos 151 mil muertos y 26 mil desaparecidos parecía cosa de “la provincia” o de entidades proclives a la actividad del narco, como Tamaulipas, Guerrero, Chihuahua o Sinaloa.
“Ah, qué norteños tan violentos”, se solía decir entre los capitalinos, con cierto aire de superioridad, que ingenuamente les hacía creer que aquí no pasaba nada, cuando en realidad aquí pasa todo. En rigor, sin embargo, hay evidencias de que desde hace mucho tiempo el crimen se enseñorea por la capital del país.
El hallazgo del hombre colgado del puente en Iztapalapa ocurre apenas unos días después de que el dirigente de la organización Procéntrico, Guillermo Gazal, denunciara las extorsiones -comúnmente llamadas “derecho de piso”-, en numerosos establecimientos fijos de la ciudad.
Gazal dijo que las extorsiones en el Centro Histórico del Distrito Federal tiene más de 5 o 6 años y denunció que además del hampa también la policía está involucrada en este delito, del que tampoco han escapado muchos restaurantes de la zona de la Condesa o Polanco.
El dirigente indicó que las 980 manzanas del Centro Histórico padecen estas extorsiones y que los cobros van desde los 5 mil y hasta los 20 mil pesos, dependiendo el tamaño de los establecimientos comerciales.
El cobro se hace a través de un papel, llevado por un jóvenes de entre 12 y 15 años en el que se establece el monto a pagar, reveló el dirigente.
“A los pocos días llegan, muy temprano, se meten a su tienda, cierran la cortina, lo golpean y sacan mercancía. Dicen: te estamos avisando que esto va en serio”, relató. Según Gazal, los supuestos extorsionadores dicen pertenecer a Los Zetas, de Los Chineros, La Familia y el Cártel de Jalisco, entre otras.
“Y cuidado donde no dé usted sobre porque se van contra la familia”, señaló el empresario del centro capitalino, quien dijo que a causa de sus denuncias sobre el tema balacearon su casa y le secuestraron a un hijo, pero ninguna de las denuncias que ha presentado han procedido. “La gente está muy temerosa porque tiene mucho que perder y nada qué ganar”, señaló.
Pero con su obstinación habitual, Mancera niega una y otra vez que en la metrópoli opere el crimen organizado, bajo el falaz argumento de que en “la ciudad de México de ninguna manera se facilita para la operación de ningún tipo de actividad de este sentido”, como si fuera una urbe de otro planeta.
VERSIÓN QUIMÉRICA DE MANCERA
Hay que hacer sólo un poco de memoria para refutar la visión quimérica del jefe de gobierno de la ciudad.
Apenas hace unos meses, un grupo armado asaltó una agencia del ministerio público y rescató al hermano de un jefe del Cártel de Jalisco Nueva Generación, aunque éste rápidamente fue recapturado.
Poco después, fueron hallados los restos de dos hombres en 11 bolsas de plástico, dentro de 2 vagones de un tren de carga, en el barrio Santa Catarina, en el municipio de Azcapotzalco, al norte de la ciudad.
Mancera, fiel a su mantra, dijo que la investigación estaba a cargo de autoridades federales, por cuanto el tren provenía de otro estado del país.
La idea de que la capital es como un islote de tranquilidad en medio de un mar revuelto de violencia que azota sobre todo a la zona norte del país y a algunas zonas de las costas del Pacífico -como los estados de Michoacán y Guerrero-, suena cada vez más inverosímil.
Ya se les olvidó a las autoridades de la ciudad que en mayo de 2013, 13 jóvenes tepiteños fueron sacados por la fuerza del bar Heaven de la Zona Rosa, en la capital mexicana, por parte de hombres armados y 2 meses después sus cuerpos aparecieron en una fosa clandestina en el poblado de Tlalmanalco, estado de México.
En agosto pasado, fueron hallados en un apartamento de la colonia Narvarte, al sur de la capital, los cadáveres de cuatro mujeres y un hombre que se ostentaba como reportero gráfico y se decía perseguido por el gobierno de Veracruz, razón por la cual se había venido a refugiar al DF.
Una de las víctimas de nacionalidad colombiana -hay que decirlo con todas sus letras, aunque para algunos sea políticamente incorrecto-, se dedicaba además del modelaje, al sexoservicio y presuntamente al narcotráfico. Aunque se han barajado numerosas hipótesis, una de las más firmes es que la mujer había hurtado un cargamento de cocaína propiedad de Los Zetas y lo ocultó en su habitación, razón por la cual fue torturada y luego asesinada junto con los otras desafortunadas personas que residían o se hallaban de visita en la vivienda.
Federico Döring, dirigente del Partido Acción Nacional (PAN) en la ciudad, exigió al gobierno de Miguel Ángel Mancera que reconozca de una vez por todas que el crimen organizado sí tiene presencia en la ciudad de México y actúe en consecuencia.
También la conocida activista anticrimen Isabel Miranda de Wallace señaló este lunes que -aun cuando las autoridades lo nieguen-, en el Distrito Federal operan grupos del crimen organizado.
La presidenta de la organización civil Alto al Secuestro, dijo que la Familia Michoacana era la banda con mayor presencia en la capital mexicana hasta hace poco. Sin embargo, expuso que “hay indicios de que fue desplazada por Los Zetas”.
Cabe recordar que el hijo de Miranda de Wallace fue secuestrado y asesinado por un grupo de delincuentes, aprehendidos gracias a las investigaciones que ella misma promovió y pagó de su propia bolsa. Seguramente que si el caso lo hubiese dejado enteramente en manos de quienes por ley están obligados a investigarlos, ninguno de los involucrados hubiese pisado todavía la cárcel.
La también ex candidata a jefa de gobierno de la ciudad, dijo que en el Distrito Federal se dan muchos casos de extorsión y secuestros. Irónica, manifestó:
“Me parece que por decreto aquí no existe ese delito y por decreto no lo van a atender. Entonces, ojalá que cuando quieran hacerlo no sea demasiado tarde”, indicó Miranda de Wallace y puntualizó que tiene forma de probar sus afirmaciones “porque poseemos actas y datos duros”.
La activista anticrimen aseguró haber atendido personalmente a muchos afectados que han tenido que cerrar sus negocios, debido a que fueron amenazados o extorsionados por los integrantes de esas bandas del crimen organizado, que según Miguel Ángel Mancera, no existe en la quimérica ciudad.