Nigromante/José Vilchis Guerrero

Dos visiones de López Obrador y Bartlett sucumben ante la evidencia

De nueva cuenta, una investigación periodística puso en un brete a Manuel Bartlett Díaz, uno de los hombres de la 4T que ocupa un espacio importante en la confianza plena del presidente Andrés Manuel López Obrador; ahora sólo falta la versión oficial de una investigación de la Secretaría de la Función Pública, de la que ha dicho su titular, la doctora Irma Eréndira Sandoval Ballesteros, no será la tapadera que fue en el pasado reciente en el caso de la Casa Blanca del ex presidente Enrique Peña Nieto.

La periodista Arely Quintero documentó que el director de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) no incluyó en su declaración patrimonial 25 bienes inmuebles por más de 800 millones de pesos, una cantidad 16 veces mayor a la que reportó en su declaración patrimonial.

Bartlett calificó la investigación de Carlos Loret de Mola como el «montaje de un sainete», al cual acusó de estar conformado por «mentiras», aunque no aportó ningún documento en su defensa. En respuesta, el periodista le respondió en su cuenta de Twitter: @CarlosLoret.-Dice @ManuelBartlett en la mañanera que no hay pruebas, que las casas no son suyas. Ahí están los documentos del registro público, la empresa en la que él figura y sirvió para hacer las compras, los nombres de su esposa, hijos… por favor.

Pero antes de consultar la información que involucra a Bartlett en los señalamientos concretos de la propiedad de los inmuebles no reportados en su declaración patrimonial, desde el Palacio Virreinal fue respaldado por López Obrador, quien calificó de “complot” de los malditos conservadores que pretenden obstaculizar la buena marcha de la 4T.

El mandatario señaló que dicha investigación proviene de los adversarios conservadores, quienes se dedicaron a saquear al país y ahora forman parte de la oposición a la llamada Cuarta Transformación. “Nuestros adversarios, los conservadores que se dedicaron a saquear, ahora son opositores y están queriendo confundir con el propósito de enrarecer el ambiente…(Quieren) hacer creer que todos somos iguales, cuando no es así.

“Todos estos reportajes tienen que ver con los grupos de intereses creados, que lucraron durante los 36 años de la política neoliberal… una política de pillaje.

“Por eso los ataques a Manuel Bartlett, pero nosotros tenemos una visión distinta… a mí me ayuda mucho el que esté a cargo de la CFE Bartlett, porque había que recuperarla”, dijo.

No se entiende la actitud lopezobradorista que se parece a la expresión peñista cuando le dijo a la secretaria de Desarrollo Social “no te preocupes Rosario”, cuando ya estaba saliendo a flote la corrupción de lo que posteriormente se constituyó como la Estafa Maestra.

Los malpensados –como su servidor– nos remitimos a los tiempos de los años noventa, cuando el entonces máximo dirigente de la izquierda militaba en la oposición de lo que posteriormente él bautizó como la Mafia del Poder en cuyas filas se formaba también Manuel Bartlett, que figuró en la nómina de la alta burocracia de ese selecto grupo de políticos del que fue expulsado para luego militar en la izquierda, desde donde lanzó anatemas a la clase gobernante.

Para entonces, 1994-1995 López Obrador llegó a ser candidato a gobernador de su estado, Tabasco, donde perdió frente a su eterno adversario, Roberto Madrazo, quien se gastó una fortuna para ganar –con chanchuyos– las elecciones. Inmediatamente después, López Obrador escribió un libro “Entre la historia y la esperanza” en el que refiere los detalles de las maniobras fraudulentas del gobierno y su partido; los desproporcionados gastos de campaña de Madrazo y reveló que hubo negociaciones en la Secretaría de Gobernación para que el líder izquierdista fuera candidato común del PRI y del PRD, negociaciones que se hicieron a espaldas de Madrazo.

Pero al presidente López Obrador se le olvidaron aquellas páginas de su libro en el que describió lo que denominó “la corrupción en el trópico”. El semanario Proceso difundió fragmentos del libro en lo que fuera el capítulo del Imperio de la corrupción. Describe López Obrador que a partir de la irrupción petrolera, en cada sexenio se construían de nuevo los parques, las banquetas y los principales espacios públicos.

“Parecía que los gobernantes estaban poseídos de un desaforado afán de destruir, construir, volver a destruir para volver a construir. Desde luego, en esto también tiene que ver el hecho de que todos han querido dejar un sello imperecedero con alguna “obra magna”. Relata el autor que durante el gobierno de Mario Trujillo García (1970-1976) en Tabasco, “comenzaron los negocios de la urbanización de Villahermosa. Por ejemplo, cuando se proyectó la construcción del periférico, una elevada proporción de los terrenos baldíos comprendidos en el nuevo trazo de la ciudad, pasaron a ser propiedad de los más encumbrados funcionarios públicos”.

Es en esta parte cuando refiere que “pocos días después de la agresión de Plaza de Armas, Zedillo y Moctezuma (el mismo que ahora es Secretario de Educación Pública) se echaron para atrás. El secretario de Gobernación aseguró que no había la intención de retirar del cargo a Madrazo, que sólo eran rumores. La verdad es otra: había el compromiso de nuevos comicios Y sólo hay dos explicaciones: o todo fue una farsa o no pudieron con el bloque político de Hank, Bartlett y Chirinos, para la defensa de Madrazo y de los cacicazgos regionales”.

López Obrador le dedica otras líneas contundentes a su ahora hombre de confianza en la CFE. “En ese sexenio, por hablar sólo de un negocio, los terrenos de Manuel Bartlett Díaz, que había heredado de su padre, Manuel Bartlett Bautista, fueron urbanizados de una peculiar manera. Bartlett hijo se asoció con el yerno de Trujillo, Ignacio Cobos, y ambos acordaron que éste se encargaría de introducir todos los servicios públicos (pavimento, agua, drenaje y energía eléctrica) y una vez concluido el trabajo se dividirían por mitad el nuevo fraccionamiento residencial Framboyanes Así ocurrió, pero claro está que todas las obras de infraestructura se hicieron con cargo al erario”.

Se trata del mismo hombre que se rebeló en el PRI luego de haber sido Secretario de Gobernación y responsable del organismo electoral que devino en el Instituto Federal Electoral, desde donde maniobró el conteo de votos e hizo posible la caída del sistema y la victoria electoral de Carlos Salinas de Gortari en 1988 y que muchos años después reveló con una carga de cinismo propia del clásico político mexicano, que efectivamente había ganado la elección el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas.

Sin embargo, en el libro Entre la historia y la esperanza de 1995, AMLO cuestionó los negocios entre Bartlett y el yerno del gobernador de Tabasco (1971-1977), Mario Trujillo García. El entonces joven López Obrador señalaba en el libro que fue durante el gobierno de Trujillo que muchos aprovecharon para sumarse a los negocios de la urbanización de Villahermosa, Tabasco.

Y no sólo eso, en otra parte del texto, AMLO señala que como gobernador de Puebla, Bartlett estaba desatado y actuando con plena impunidad.

“Cualquiera que sea el escenario posible en el derrumbe del antiguo régimen político mexicano, lo cierto es que Bartlett en Puebla, Chirinos en Veracruz, Figueroa en Guerrero, Madrazo en Tabasco, Cervera en Yucatán o Chávez en Michoacán, están desatados, actuando con plena impunidad. Han tomado el federalismo como patente de corso para atropellar los derechos individuales y políticos de los ciudadanos”, escribió.

Ahora el panorama es distinto. La defensa a ultranza de Bartlett le puede costar al presidente López Obrador una amplia explicación si en la investigación de la Secretaría de la Función Pública sale a la luz la confirmación de una investigación periodística basada en documentos oficiales que acreditan a Bartlett como propietario de bienes inmuebles que no pudieron ser adquiridos con sus ingresos como funcionario público. A no ser que surjan nuevas tapaderas en la 4T para cubrirle la espalda a un corrupto en plena lucha contra la corrupción.

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