Constancia de mayoría representa lucha de generaciones enteras: Brugada
CIUDAD JUÁREZ, Chihuahua, 17 de febrero de 2016.- Evila Quintana, una de las reclusas del Centro de Readaptación Social número 3 de esta ciudad, aseguró ante el Papa Francisco que muchos han perdido la esperanza en la rehabilitación de los presos y recordó: “aquí hay seres humanos”, informa la agencia de noticias del Estado mexicano, Notimex.
“La mayoría tenemos la esperanza de la redención y en algunos casos la voluntad de conseguirla”, afirmó, en un discurso cargado de emoción, la mujer seleccionada para hablarle al Pontífice a nombre de sus compañeros detenidos.
Reconoció que la cárcel pone a prueba el espíritu y la fortaleza de la fe, porque entrar a prisión implica el aislamiento de las personas que más se aman y la distancia les hace adaptarse, poco a poco, al desprendimiento.
Confesó que cuando los internos reciben un veredicto, lo primero que hacen es llorar y manifiestan sentimientos de angustia y desesperanza, para luego hacerse preguntas, para las cuales no quieren escuchar respuestas. Entonces se sienten expuestos, vulnerables y solos.
“Su visita quedará grabada en nuestros corazones. Su amable presencia de peregrino nos llena de ilusión y alegría; pues la visita que recibe un interno se convierte en un alimento que nos nutre de fe y esperanza de pronto volver a casa y reencontrarnos con los nuestros”, agregó.
El recorrido del Papa por el Cereso comenzó con el saludo a algunos familiares de presos en un túnel interior de ingreso al penal. Luego se trasladó a la capilla, donde intercambió palabras con el personal y los capellanes del lugar.
Varios de los 700 detenidos presentes le dedicaron unos cantos. En el momento del intercambio de regalos, el pontífice entregó un crucifijo de cristal obra del maestro Pierluigi Morimanno.
Antes de la detenida, había tomado la palabra Andrés Vargas Peña, obispo auxiliar de México y responsable de la dimensión de la pastoral penitenciaria de la Conferencia del Episcopado Mexicano.
En su discurso deseó que la visita del Papa al penal “pese favorablemente” en el ánimo de las autoridad civiles para que escuchen la “súplica” para, aprovechando la implementación de los juicios orales, se favorezca la revisión de procesos de quienes tienen años esperando sentencia.
Además solicitó, a nombre de la Iglesia mexicana, que la cárcel no sea la única “medicina” para aquellos que cometan delitos menores.
Señaló que en México existen 400 cárceles, con una población aproximada de 250 mil internos, incluidas más de ocho mil mujeres. Estos centros –añadió- “reflejan al país en sus contrastes de desigualdad”.
“En ellos se manifiestan algunas de las consecuencias dramáticas del gran negocio de la violencia (trata de personas, narcotráfico, venta de armas, corrupción) que arrastra y destruye muchas vidas inocentes, en particular niños, jóvenes y pobres, destruyendo las familias”, constató.
“Estoy seguro que su visita al Cereso de esta ciudad trasciende y llega a todos los centros de reclusión esparcidos por nuestro país”, apuntó.